El presidente de Navantia tiene que demostrar este jueves que los petroleros son viables

buque-carga-buque-petrolero-suez-max-30890-3089679(La Voz Digital-Javier Rodríguez)- Mucho tienen que cambiar las cosas para que Navantia construya finalmente los petroleros que demanda el grupo vasco Ibaizábal a través de su armador Ondimar Transportes Marítimos.

De momento, el acuerdo alcanzado ‘in extremis’ el pasado 30 de junio no convence al cien por cien porque, según ha podido saber lavozdigita.es, hay demasiados frentes abiertos que pueden acarrear serios problemas en el futuro. No obstante, el presidente de Navantia, José Manuel Revuelta, tratará este jueves, día 9, de despejar todas las dudas en la reunión que mantendrá con el Consejo de Administración de la compañía, máximo órgano que decide sobre la viabilidad o no de las inversiones.

Este foro está compuesto por 14 representantes de los ministerios de Hacienda, Industria, Empleo y Defensa, además de uno de los directivos de la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales (SEPI), a la que se encuentra adscrita Navantia.

Revuelta tendrá que convencer al Consejo de que el acuerdo alcanzado la pasada semana con Ondimar para la construcción en una primera fase de dos petroleros y de otras cuatro unidades en dos etapas posteriores es técnica y económicamente viable, pese a las condiciones impuestas a última hora.

El acuerdo, no obstante, tiene más sombras que luces. Inicialmente se anunció la construcción de cuatro barcos con opción a dos, pero problemas surgidos con la financiación del proyecto y las ayudas fiscales han llevado a cambiar totalmente el discurso.

SUPERAR UN DURO EXAMEN

Revuelta tiene que superar este jueves un duro examen para obtener la bendición del Consejo y para ello debe explicar con detalle los entresijos de una operación donde el astillero coreano de Daewoo participa como socio tecnológico. Esta firma asiática se encargará de aportar el diseño y los bienes de equipo. Igualmente, el presidente de Navantia debe aclarar qué beneficios obtiene España, y en especial la empresa que dirige, con un contrato en el que somos exclusivamente mano de obra.

Las conversaciones entre Navantia y el grupo Ibaizábal para construir cuatro petroleros con opción a dos más arrancaron en octubre del año pasado, pero no fue hasta el 9 de marzo de 2015 cuando el contenido de esos contactos se plasmó en un borrador o carta de intenciones.

El documento servía así como hoja de ruta a seguir hasta la firma del contrato de obra, que se fijó para el 30 de junio como fecha tope. Navantia confirmó entonces una alianza estratégica con el astillero coreano de Daewoo para poder ofrecer un precio competitivo a su cliente. No hay que olvidar que los astilleros españoles llevan veinte años fuera del mercado de los gaseros y petroleros y, por ello, necesitan, de apoyo externo para recuperar el tiempo perdido y hacer ofertas que resulten atractivas.

Las negociaciones siguieron su curso y el 16 de mayo, en plena campaña electoral de la municipales, la dirección de Navantia y el armador Ondimar firmaron un preacuerdo para la construcción de los petroleros. El impacto mediático de la noticia fue brutal, ya que situaba al astillero de Puerto Real como centro neurálgico de la producción y a la planta de Ferrol como complemento de la actividad. Navantia aprovechó entonces la ocasión para confirmar también su alianza con Daewoo, mediante la cual se establecía que Corea aportaba la tecnología y los bienes de equipo, mientras que los astilleros españoles se encargaban exclusivamente de la producción.

DEMASIADOS CABOS SUELTOS

Estas decisiones, curiosamente, no pasado en ningún momento por el Comité de Dirección de Navantia ni tampoco por su Consejo de Administración, clave para dar el visto bueno definitivo. El presidente de la compañía, José Manuel Revuelta, ha pilotado el acuerdo de los petroleros sin contar con los principales órganos de gestión de la compañía. El jueves es el gran día de su puesta en común.

La situación cambió de color el 30 de junio, horas antes de expirar el plazo para la firma del contrato de obra. Se descubrió entonces que había demasiados flecos por atar. Por ejemplo, no hay garantías de que la operación pueda contar con las ayudas fiscales que regula Europa a través del ‘tax lease’ y que son clave para que el grupo Ibaizábal firme el contrato. Estas ventajas suponen hasta un 30% de descuento en el impuesto de sociedades.

El plazo expiró y no hubo comunicado oficial sobre el contrato de los petroleros. Un día después se supo por fuentes sindicales que Navantia y Ondimar habían firmado un acuerdo con condiciones que modificaba todo lo anunciado anteriormente.

El nuevo escenario fija la construcción de los seis petroleros en tres fases de dos unidades cada una de ellas. La primera sería inmediata, mientras que las dos restantes se aplazan sin una fecha determinada.Igualmente queda supeditado el acuerdo a la obtención de las ventajas fiscales y el cliente, en este caso el armador Ondimar, se reserva una serie de acciones y derechos en caso de problemas.

Este acuerdo, ahora con condiciones muy específicas, necesita inexcusablemente el visto bueno del Consejo de Administración de Navantia para salir adelante. Ondimar quiere una respuesta definitiva el próximo 28 de julio. Todo apunta a que la única posibilidad de que el contrato de los petroleros salga adelante sea a través de una nueva negociación, pero la obra corre prisa y el armador necesita los barcos en 21 meses

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