Amigos que nos dejan

En cuestión de horas nos han dejado dos personas amantes de su tierra, de sus costumbres, de sus tradiciones.

Me refiero a Manuel Galán, corista del Real Coro “Toxos e Froles» y antiguo bazanista, y al doctor Alfonso Couce Doce,  ex médico forense y ex alcalde.

De Lolo Galán casi sobran las palabras para definirlo, era un hombre de pies a cabeza, una persona íntegra de las que decían las cosas en la cara y no andaba, nunca lo hizo, con “comentarios por detrás” ni con dobleces.  Todo un ejemplo a seguir.

Era un enamorado de “su coro”. Él y su compañera Maruja  eran pilares del coro, y en los momentos difíciles allí estaban, siempre al pie del cañón. Lucía con orgullo la medalla “Marcial del Adalid” de la Real Academia Gallega de Bellas Artes.

Era una persona con la que se podía hablar, sabía dar consejos, y realmente siempre tuve a gala  el poder decir que fue un buen amigo, en los momentos  buenos y en los malos.

Era un hombre fiel siempre, a sus principios. Nunca dio un paso atrás en su manera de ser ni en la de pensar. Nunca cambió de bando, caminó siempre recto, aun en las dificultades.

Pienso que nunca tuvo enemigos y si muchos amigos. Él sabía sembrarlos y recogerlos con su ejemplo. En lo que era buen enemigo era en las partidas  de tute, ¡qué tiempos!

Y esa honestidad, ese buen hacer, ese pensar, supo inculcárselo a su hijo Javier, al que al igual que a Maruja los quiero acompañar en estos tristes momentos.

Otra noticia que caló fuerte fue el fallecimiento del doctor Couce Doce. Lo conocí hace años, cuando vivía con sus padres en la calle Villacampa, hoy Almendra. Asistió a uno de los seres más queridos por mí. Hizo todo lo que pudo.

Lo seguí en sus andanzas de edil antes de la transición cuando organizó aquel inolvidable “Día de la Comarca”.

Seguí sus pasos cuando fue elegido alcalde y a los dos años escasos una moción de censura  “inquietante” al ser traicionado por un edil de su propio grupo le hizo dejar ese cargo. Se despidió con la célebre  frase de Romanones “¡Joder, qué tropa!”.

Era lo que se dice “un coñero”, una persona con humor que sabía sobreponerse al daño corporal que poco a poco lo iba comiendo por el manejo de los Rayos X.

Sabía mil y una anécdotas de innumerables ferrolanos, aunque de él también se contaban.

No se si será verdad o no, pero se comentó que al llegar a una reunión en un ministerio en Madrid y encontrarse con la puerta cerrada intentó abrir la cerradura con una pequeña navaja, que siempre le acompañaba.

Bueno… hasta llegó a ofrecerle unos terrenos en Doniños a Bertín Osborne para que construyera un chalet, pensando en la propaganda turística que eso supondría.

Tengo un amigo común que siempre decía de Alfonso Couce que era, perdonen la palabra, “un cachondo, que se ríe incluso de sí mismo”.

Pero sobre todo era un ser humano que pensaba en los demás, y así cuando ocurrieron en Ferrol los nefastos sucesos de marzo del 72, atendió en su clínica particular, a escondidas, a varios obreros de la Bazán que habían resultado heridos  por las balas. Siempre guardó en secreto los nombres de esas personas mostrando así su profesionalidad y como sabía cumplir con el juramento hipocrático.

En el acto del sepelio pude ver a los anteriores alcaldes, Xaime  Bello, Juan Blanco, José Manuel Rey,. Incluso a Manuel Couce el “primo malo” que le arrebató la alcaldía. Quizás eché de menos  al alcalde actual o a algún representante del grupo de gobierno. Hubo esquela oficial, se mandó una corona de flores, pero en el cementerio no vimos a nadie para portarla , o simplemente para estar allí representando a la ciudad. Si estaban representantes de otros grupos.

En fin, la vida sigue, aunque no sabemos hasta cuando, pero mientras tanto…recordemos que los amigos son como las estrellas, no siempre las ves, pero sabes que siempre están ahí.

Los dos, Manolo y Alfonso, eran «bos e xenerosos».

Desde Ultramar.

Pedro Sanz-Director.

 

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Un comentario

  1. La inquina y el odio de los actuales gobernantes hacia todo lo que huela a centroderecha, les hacen olvidar los más elementales modos y cortesías. Ferrol está perdiendo su dignidad con tales elementos en el Concello.