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Por Carlos Barcón
La vida, ese mar bravo y milagroso, suele acabarse siempre estrellándose contra la muerte, ese inesperado arrecife tocado de mar salada, que ni olvida ni perdona.
Y la muerte de nuevo ha diezmado las filas de la Armada, del mundo de la Cultura, del ámbito de la cordialidad y del buen hacer humano y poético, llevando el barco hacia su última singladura, y con ella a su significado Almirante y artista total, Miguel Ángel Fernández y Fernández, hombre de intensa y dilatada trayectoria en el seno de la Marina de Guerra donde desempeñaría importantes destinos: Agregado Naval en Alemania y Washington; Jefe de Inteligencia de la Armada durante la Guerra del Golfo; Jefe del Estado Mayor de la Zona Marítima de Ferrol; Jefe de la Misión Militar ante el Mando del Atlántico Saclant/Norfolk; Segundo Jefe del Mando Sur del Atlántico, en Oeiras/Portugal; representante en Europa del Mando del Atlántico; Medalla de los Servicios Distinguidos de la Otan; Orden de la Cruz del Águila concedida por la República de Estonia; Cruz, Encomienda, Placa y Gran Cruz de la Real y Militar Orden de San Hermenegildo; varias cruces al Mérito Naval; Encomienda de la Orden del Mérito Naval; Cruz del Mérito de Alemania, etc. etc. etc…
Pero al margen de su trayectoria profesional como marino, habría que señalar su amplia cultura y, en especial, su sensible intuición artística volcada en la pintura sobre todo, en el delicado dibujo, la música, y el leer, hablar, escribir y recitar de poesía. Un poeta/sobre todo pintor que había llegado a la profesionalidad después de muchos años de pintar con original destreza sobre temas preferentemente del mar.
Miguel Fernández, marino, poeta y pintor, reunía mucho y bueno de todo esto. Había anclado en Ferrol. Se nos ha ido. Ha zarpado. «Una ola lo ha llevado. /Vivir en sus senos/sería mi sueño/ Morir en su abrazo/en su verde regazo/».. decía uno de sus poemas. Descanse en paz y en la dolorida memoria de quienes fuimos sus amigos y admiradores.
