El juicio contra 12 militares implicados en el saqueo de la fragata «Navarra» se inicia en septiembre

Un saqueo dentro de la fragata de la Armada «Navarra» y realizada por varios miembros de su tripulación

(Diario de Cádiz-Jorge Muñoz)- El Tribunal Militar Territorial Segundo de Sevilla ha fijado para el mes de septiembre el juicio contra 12 militares -hay tres sargentos implicados, cinco cabos y cuatro marineros- a los que se acusa de varios delitos tipificados en el Código Penal Militar por haber sustraído entre los años 2009 y 2012 un total de 11,59 toneladas, es decir, 11.590 kilos de plomo de lastre sólido de este buque de guerra, de las cuales 6,4 toneladas fueron robadas de la Cámara de Máquinas Principal, y otras 5,1 toneladas en la Cámara de Auxiliares número 1.

Una vez que se descubrió el robo, se recuperaron 1.360 kilos de plomo en varios establecimientos de reciclaje de hierros y metales que fueron depositados en la base naval de Rota a la que está adscrita el buque.

El fiscal jurídico militar, en su escrito de conclusiones provisionales para el juicio, reclama una condena para los militares que va desde el año y dos meses de cárcel hasta los siete años y seis meses de prisión. El Ministerio Público atribuye a los miembros de la fragata implicados en el saqueo delitos «contra el patrimonio militar» y «contra la eficacia del servicio», en su modalidad de ejecutar actos que originen un grave riesgo para la seguridad de un buque de guerra.

En este sentido, el fiscal jurídico asevera que con el robo del lastre de plomo se afectó a la «seguridad de la navegación» de la fragata Navarra, por cuanto se vieron «gravemente afectadas las condiciones técnicas de un buque de guerra en plena vida activa, con el riesgo que conlleva en la propia operatividad del mismo como con los derivados en la seguridad personal de la tripulación» que, en el caso de este buque, cuenta con una dotación de 214 personas.

La Fiscalía subraya que, «ya de fábrica, el buque presentaba problemas de estabilidad por su propia estructura, por lo que en aras a corregir ese problema técnico se optó por compensar la falta de peso mediante lastre, concretamente, los lingotes de plomo que a la postre fueron sustraídos».

La fragata Navarra tiene en concreto un lastre sólido total de 109,25 toneladas, de las que fueron robadas por los miembros de la tripulación ahora acusados esas 11,59 toneladas en lingotes que tenían unos pesos que oscilan entre los cinco, nueve, 13, 20, 25 y 34 kilos.

La Armada Española repuso en febrero de 2013 en el buque 9.540 kilos de plomo, cuya compra costó 19.281 euros y que fueron recolocados por un centenar de marineros durante dos días.

Además del coste de reposición del plomo sustraído, resultaba necesario para «garantizar una navegación en condiciones óptimas, la realización de una prueba de estabilidad al buque», con un coste de otros 87.405,13 euros. La Fiscalía reclama por ello a los acusados una indemnización total de 106.687,08 euros, el coste del plomo sustraído y la prueba de estabilidad.

Por este caso también serán juzgados cuatro civiles, chatarreros que adquirieron los lingotes de plomo a los militares y que se enfrentan igualmente a penas de seis meses y los 18 meses de prisión por delitos contra el patrimonio en el ámbito militar, así como al decomiso de las ganancias provenientes del delito y a una inhabilitación para el ejercicio de la industria o comercio durante tres años.

El fiscal jurídico militar entiende que se ha causado un perjuicio «doblemente grave«, porque además del robo de los lingotes de plomo, se sustrajo de la fragata material de bronce -válvulas y acoplamiento-, de cobre -tubos y cables- y de acero -inoxidable o común-, así como latón, hierro dulce y vainas, lo que ha generado un perjuicio a la Hacienda Militar por el valor económico derivado de la compra del material nuevo que hubo de reponerse. Este material era utilizado en el servicio de máquinas de la fragata y era nuevo o usado, excluido o inútil, cuyo destino final era su «desclasificación y reciclaje para su posterior venta mediante el sistema de oferta pública de lotes de chatarra, de tal modo que lo obtenido mediante su enajenación», era ingresado en las arcas del Estado.

Según el Ministerio Público, los militares procesados, «sin permiso ni autorización de sus superiores, procedieron primero a apoderarse de este material de los distintos servicios del buque para, seguidamente, sacarlo de él y de la base naval de Rota, con el fin de venderlo en su propio beneficio en diferentes chatarrerías de la zona».

Uno de los imputados, un sargento primero, vendió en marzo de 2012 en un centro de reciclaje de Sanlúcar de Barrameda (Cádiz) un total de 106 kilos de bronce y 15 de latón, por los que recibió 520,40 euros. Otro sargento hizo lo mismo entre julio y noviembre de 2011 con 427 kilos de latón y 40 de bronce, por los que se embolsó 1.425 euros.

Uno de los últimos robos detectados tuvo lugar en mayo de 2012, cuando un cabo primero vendió 30 kilos de cobre de hilo, nueve kilos de metal, 14 kilos de bronce y 27 de plomo, por los que le pagaron 233,09 euros.

La retirada de este material sustraído, sobre todo los lingotes de plomo, no era nada fácil, dado que formaban parte del lastre del buque y su finalidad era por tanto dotar de estabilidad a la embarcación. Dice el fiscal que los lingotes de plomo fueron extraídos por el personal destinado en el servicio de máquinas de la fragata de unos «cajones cerrados por una plancha de acero asegurada mediante tornillos y numerosos puntos de soldadura«, en el caso de la cámara de auxiliares número 1, mientras que en la cámara de máquinas las planchas sólo estaban aseguradas con tornillos.

Muchas de las cajas se hallaban ubicadas en «lugares de difícil acceso», por lo que los ladrones tuvieron que meterse «entre huecos y tuberías para llegar a donde estaban las cajas con plomo».

Las sustracciones, según explica el fiscal jurídico en su relato, tenían lugar en la mayoría de los casos cuando los marineros implicados se hallaban prestando «servicio de guardia en el buque», procediendo entonces de forma «concertada a la extracción de lingotes de plomo de las cajas».

Acto seguido, o bien lo almacenaban en dependencias del buque-cubierta principal, en el taller de frío, o en el de líquidos y fluidos, para «llegado el momento oportuno, y con el fin de evitar ser sorprendidos, descargarlas en el muelle donde, junto a la fragata, tenían aparcados sus vehículos particulares, e introducidos en ellos, eran sacados de la base naval, trasladados a chatarrerías y vendidos allí, quedándose con el beneficio obtenido».

En otras ocasiones, el material robado era cargado en una furgoneta de la Armada -conocida popularmente como la paquetera- para trasladar los lingotes de plomo sin ser vistos hasta el pañol de tierra, donde una vez allí, «llegado el momento propicio, procedían a cargar el material en sus vehículos con destino a la chatarrería para venderlo», precisa.

Pero cuando no corrían el riesgo de ser descubiertos durante la extracción del plomo, «ni lo escondían, ni utilizaban la paquetera, sino que directamente lo extraían del lugar de origen y lo cargaban en sus vehículos aparcados junto a la fragata, para marcharse y vender el plomo».

El caso se destapó el 12 de abril de 2012, cuando unos marineros que se hallaban de guardia vieron cómo se presentaban en la fragata un sargento y un cabo, quienes comenzaron a sacar del barco «pesadas bolsas de basura de color negro» que depositaron bien en la paquetera del destino o en el coche particular del sargento.

Esto causó «sorpresa» a uno de los marineros, que se acercó al cabo preguntándole «qué hacían en el barco y si le podía decir o enseñar» lo que estaban desembarcando, respondiéndole éste le que preguntara al sargento. Éste le dijo sobre lo que se estaban llevando que ya lo sabía «el suboficial de guardia» y que se trataba de «aceites para Carraca«, pero el marinero, «extrañado» por la respuesta y por el hecho de que paraban de sacar los bultos cuando la Policía Naval pasaba haciendo una ronda de vigilancia por las inmediaciones, fue lo que llevó al marinero a alertar al suboficial de guardia.

El marinero en cuestión se acercó en un momento en que no le vieron sus compañeros y comprobó cómo lo que se estaban llevando era «algo pesado y alargado, en forma de ladrillo». Cuando cargaron el vehículo el sargento y el cabo se marcharon, regresando al día siguiente para llevar la paquetera hasta el pañol de tierra.

Otro incidente tuvo lugar el 22 de agosto de 2012, cuando varios de los acusados volvieron a llevarse lingotes de plomo de lastre de la Navarra. En esta ocasión, introdujeron el material en el vehículo particular de uno de ellos, pero al llegar al punto de acceso del control del Salado de la base naval, donde se estaba realizando un control rutinario, se sospechó de la carga «ante la escasa altura entre la zona trasera del coche y el suelo». En el interior hallaron 46 lingotes, así como dos bidones con gasoil de la fragata que uno de los marinero sustrajo para su uso particular.

El cuerpo de guardia avisó al oficial de guardia, que se incautó del material y se devolvió al oficial de guardia del buque.

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