Derechos Humanos dudosos

Manuel Molares do Val

Hay que observar cómo actúan las policías de nuestro entorno europeo cuando se enfrentan a tumultos, huelgas con alguna violencia o conciudadanos que les desafían cuando les piden la documentación: a su lado la Policía Nacional y la Guardia Civil presentan una delicadeza y un respeto a las leyes que sorprenden a los extranjeros.

Incluso las intervenciones de la Policía Nacional del 1 de octubre en diversos centros de Cataluña para evitar el falso referéndum separatista, provocaron un solo herido grave, que perdió un ojo de un pelotazo después de atacar a los agentes con vallas metálicas.

Las leyes españolas son magnánimas, incluso el aparentemente duro Código Penal, al que el buenismo político y de influyentes medios informativos le declararon la guerra pidiendo ablandarlo.

Por eso quieren eliminar la prisión permanente revisable, existente en países que siempre hemos presentado como ejemplo, Alemania, Italia, Reino Unido o  Francia, que tienen con cadena perpetua a algunos asesinos especialmente brutales, y que en España estarían ya libres.

El sádico comunista venezolano, luego islamista, Ilich Ramírez “Carlos El Chacal”, que morirá en una prisión francesa, estaría aquí libre, como los etarras más violentos al anular la Doctrina Parot el Tribunal Europeo de los Derechos Humanos bajo influencia del juez español Luis López Guerra, pese a sus 80 asesinatos directos –alguno más que el etarra Henry Parot—y su participación en otros 1.500.

Ahora una Comisión de siete miembros –de los 47 del Tribunal Europeo de los Derechos Humanos– presidida por López Guerra, exdiputado de la Asamblea de Madrid y alto funcionario socialista con Zapatero, vuelve a condenar a España por imponerle una multa a un independentista catalán que quemó públicamente una foto del Rey.

Ante esto nos dejamos avergonzar ingenuamente: en 2017 España tuvo seis condenas leves del mismo Tribunal, siendo la mitad que Suiza y que Francia, casi un tercio que Alemania, un cuarto de Austria, un sexto de Grecia, un quinto de Italia…

Al contrario que España, esos países suelen ignorar las sentencias porque el TEDH es una corte más moral que efectiva, y que por lo general condena pequeñas causas en los países más democráticos, como España.

Turquía, Rusia y similares son otra cosa: en 2017 el primero sufrió 116 condenas y el segundo 305, muchas de ellas por casos realmente graves.

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