El colérico Tardá es mucho menos demócrata que Rajoy y Casado

José Manuel Otero Lastres

El portavoz de ERC en el Congreso de los Diputados, Joan Tardá, declaró en la sesión de control al Gobierno en el Congreso de los Diputados que “Si el señor Casado pudiera, nos fusilaría” contraponiéndolo a Rajoy del que afirmó que “nos metería en la cárcel”. Ambas afirmaciones, cuya finalidad es poner en duda la condición de demócratas de ambos políticos y por extensión del PP, son propias de alguien que pertenece  a los que yo califico como “mediocres con calzas” y constituyen un magnífico ejemplo de que “la mejor defensa es un buen ataque”. Veamos ambas afirmaciones.

Como muchos de ustedes sabrán, “mediocre” significa, según el Diccionario de la RAE, “de calidad media” y “de poco mérito, tirando a malo”. Dejo a la benevolencia de cada uno de ustedes elegir el sentido de dicha palabra para aplicársela a Tardá, pero yo me inclino por considerarlo políticamente como un sujeto de poco mérito y tirando a malo; uno de esos “profesionales” de la política con pocas luces que no ven más allá del pequeño mundo en el que se mueve: el nacionalismo. Y ello a pesar de que se aupa a los zancos de una falsa progresía para aparentar una altura impostada de la que evidentemente carece.

No me cansaré de repetir las veces que haga falta que ser nacionalista es retrogradar, ir hacia atrás. Lo cual es especialmente grava en un mundo que camina tan vertiginosamente hacia la globalización y en el que, solo el temor hacia lo nuevo, hace que los ciudadanos miedosos y asustadizos se refugien en su ámbito de seguridad que es el cascarón de lo cercano. Por eso, pienso de  Tardá que es un mediocre con zancos y que, aunque se suba a los dos palos que los forman para alzarse y aparentar visión de lejos, no es más que un sujeto de poca valía que no ve más allá de su cortad de miras políticas.

Y claro, un sujeto de estas características, para que no lo descubran, tiene que evitar que las miradas se dirijan hacia él, para lo cual lo más idóneo es “desviarlas” hacia otros. Y estos otros son Mariano Rajoy y Pablo Casado.

La intervención de Tardá se produjo a raíz del rifirrafe que tuvieron Casado y Pedro Sánchez al acusar aquél a éste de que era participe del golpe de estado que estaban dando Torra y sus acólitos. En concreto, Pablo Casado le espetó a Sánchez: “¿Cómo viene aquí a hablar del Brexit si es presidente gracias a los que quieren romper España?”, acusándolo seguidamente de ser “partícipe y responsable de un golpe de Estado que se está perpretando ahora mismo en España”.

No voy a decir que se esté perpetrando ahora mismo en España un golpe de Estado, pero sí que no se han removido enteramente los efectos del que dieron en el pasado otoño los independentistas catalanes con el desmantelamiento del Estatut y la flagrante violación de la Constitución Española.

Pues bien, entre los golpistas figura Oriol Junqueras, líder de ERC, que es la formación política a la que pertenece Tardá y entre los partidos que están haciendo que persistan los efectos del golpe está también ERC. Decir, por tanto, de que Casado y Rajoy fusilan o de meten en la cárcel cuando han tenido un comportamiento democrático ejemplar es desviar intencionadamente la atención para que la ciudadanía no caiga en la cuenta de que el sulfurado e irritado Tarda sigue pisoteando nuestra Constitución y el Estatut de Cataluña.

Y es que para mantener embobada a su clientela estos políticos independentistas catalanes equiparan errónea e interesadamente la democracia con el respeto al voto fraudulentamente emitido en el “farsarendumn” del 1 de octubre de 2017, cuando la única democracia que hay aquí es la que se ha plasmado en la Constitución de 1978 y las leyes que conforman el Estado social y democrático de Derecho que se llama España.

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