«Monteventoso» castigado por el vandalismo y la desidia

 

Miguel Ángel Pérez

El semáforo de Monteventoso, la vieja estación meteo o simplemente “Monteventoso”, es hoy un edificio ajado, castigado por el vandalismo y la desidia, olvidado de (casi) todos y en breve totalmente inaccesible por la maleza del camino.
Sin embargo, es todavía un edificio que se eleva heroico sobre la colina más alta de la zona. Un vigía aún poderoso, de piedra pura, de barbas luengas y entrañas excavadas en roca. Si, en roca.

Porque Monteventoso es mucho más de lo que se ve… aunque lo que se ve es ya de por sí increíble. Los que hayan estado en su gemelo, el semáforo de Estaca de Bares, habrán visto un coqueto hotelito de naturaleza en un paraje excepcional de las Rias Altas. Siendo un edificio militar para usos similares, ambos son prácticamente idénticos y ambos podrían tener los mismos usos, si no fuera porque aquí no hemos tenido aún la suerte de una corporación sin miopías ni folgos.

Oteando sobre sus 246 metros al suroeste, un sorprendido huésped podrá ver Chanteiro aquí y Coruña al fondo. Al norte, podrá bajar andando por senderos hacia Doniños y su laguna, seguir hasta Esmelle y comunicar con la Batería de Prior. O podrá (si sabe como) caminar por la gruta horadada en la roca, que comunica “el banco más famoso de Ferrolterra” con el viejo nido de ametralladoras que defendía el edificio.

A unos pocos metros, la batería de Pieiro aún dispone de algunos edificios de paredes fuertes y techos reparables, perfectos como albergue de verano para niños y no tan niños. Recuperándolo como albergue juvenil con literas y almacenes, es el epicentro de rutas de senderismo y naturaleza que acercarán a los más jóvenes al entorno que deberán conocer… para poder amar y cuidar en el futuro.

Además de los edificios, tanto Monteventoso como Pieiro disponen de tendido eléctrico y telefónico, carreteras que nos llevan allí… y entorno a diestra y siniestra para que los tiernos infantes gasten energías en caminar y correr, en descubrir y divertirse, en hacer amigos y camaradas para toda su vida.

Y todo esto está ahí, todo al alcance de una ciudad que debe su esencia precisamente al mar del que no deberíamos alejarnos nunca.

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