Influencers

Pedro Sande García

Hay numerosos ejemplos de como la naturaleza se ve asediada por especies invasoras que aniquilan a la flora y fauna autóctonas: la avispa velutina, la cotorra argentina, la Caulerpa taxifolia (alga invasiva que en el Mediterráneo está destruyendo las praderas de Posidonia oceánica), el cangrejo rojo, el siluro. Es curioso que en estos tiempos que corren no se escucha a ningún patriota defender nuestra fauna y flora del acecho exterior.

También el idioma sufre el acoso de términos y palabras que, en muchos casos, hacen peligrar la riqueza de nuestra lengua. Tampoco, en esta ocasión, los ultradefensores del ADN patrio hacen acto de presencia. En cualquier conversación, en las redes sociales, en la radio, la televisión y la prensa escrita se repiten términos como: Gym (Gimnasio), fashion (a la moda), online (en línea), email (correo electrónico), trending topic (tendencia), copyright (derechos de autor), spam (correo basura), hobby (pasatiempo), footing (correr) y así podríamos hacer una lista con cientos, quizás miles, de palabras.

Entre todos estos vocablos, hay una palabra que me produce urticaria y que se convierte en sarpullido cuando yo mismo la uso y siento que me he dejado arrastrar a este averno idiomático. Influencers, y no es lo que la palabra significa, tampoco a quienes identifica, personajes que tienen todo mi respeto, cada uno es muy libre de hacer y decir lo que quiera, aunque creo que hay un gran número que personalizan a los nuevos horteras del siglo XXI.

Lo que realmente me produce rechazo es la palabra en sí mismo, tanto al verla escrita como al escucharla. Es como si al mezclar las once letras que la componen surgiera un repugnante hedor como el que se eleva sobre las probetas de las brujas alquimistas.

Influencers, una palabra que al oírla me produce la misma desagradable sensación que el estridente graznido de la cotorra argentina.

¿Cuál sería en nuestro idioma la palabra que podríamos utilizar en vez de Influencers?, alguna vez he escuchado, y también he leído, el término «Influenciadores». Palabra de difícil pronunciación y que además no está reconocida por la RAE. Pese a la riqueza de nuestro vocabulario solo he sido capaz de encontrar una palabra con el mismo significado, «Prescriptores». Algunos dirán que esta más de moda (Cool, si quisiéramos utilizar otro termino invasor) usar Influencers, a mí me parece mucho más atractiva y elegante la palabra Prescriptor. Es un término que representa con exactitud, en su objetivo comercial, a estos nuevos personajes que invaden las redes sociales.

Prescriptor se denomina a quien cuenta con cierta credibilidad en un tema concreto y por su presencia e influencia en las redes sociales, puede llegar a convertirse en un prescriptor interesante para una marca. Dado que no sigo a ningún prescriptor he tenido que hacer un curso acelerado navegando por las redes sociales. Por lo que he visto, solo unos pocos merecen ser calificados con una palabra elegante como prescriptor, para el resto existen múltiples acepciones en el castellano que me parecen más oportunas y que se pueden resumir en el termino «Horteras». Aunque la actividad de un prescriptor no es exclusiva de las redes sociales, dado el título de este artículo me he centrado en ellas.

Se suele denominar inluencers a los que desarrollan dicha actividad en Instagram, en el caso de Youtube su calificativo es mucho más simple, Youtubers. En Instagram la mayoría de los y las Influencers se centran en el mundo de la moda; en el caso de Youtube en los juegos digitales, la música o la simple parodia. Nos podrá gustar o no, pero la realidad es que estos prescriptores arrastran a miles, incluso millones de seguidores y, por lo tanto, son reflejo de una parte importante de nuestra sociedad. Ocurre lo mismo que con la clase política, nos podrá gustar o no, pero nuestros representantes en los parlamentos y ayuntamientos son el reflejo de la sociedad a la que pertenecemos.

Para terminar, me pregunto qué siendo los influencers y la clase política reflejo de nuestra sociedad y estando cada vez, con más frecuencia, el debate político en las redes sociales, ¿tendría sentido llevar al Parlamento lo que tanto preocupa a nuestra sociedad? ¿Se imaginan ustedes a nuestros diputados discutiendo sobre las próximas tendencias en la moda o discutiendo sobre sus gustos musicales? Dado lo visto en los últimos tiempos, todo es posible, hasta ver a un diputado vestido de smoking con una camisa hawaiana, por aquello de los pactos cualquier disfraz sería posible.

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