Reforma del Mercado de Caranza, y después… ¿qué?

Enrique Barrera Beitia
Caranza no disfruta de un espacio geográfico definido en el que confluyan sus vecinos, como puede ser la plaza del Inferniño o la de Amboage. Fíjense que he dicho “no disfruta”, porque de hecho existe, pero ha venido actuando como repelente; me refiero al edificio del Mercado Municipal y su entorno. Hasta ahora, sólo un reducido grupo de vecinos nos atrevemos a entrar para comprar en los puestos que todavía aguantan; la inmensa mayoría del espacio edificado está sin uso, y si añadimos la aridez del patio trasero, el conjunto ofrece una penosa sensación de abandono que golpea al visitante. Estamos hablando de 7.500 metros cuadrados en el centro geográfico del barrio, un auténtico despilfarro.

La situación del Mercado Municipal de Caranza y de su entorno, impiden su actuación como espacio inclusivo.

Todo esto puede cambiar radicalmente a partir de enero de 2020 cuando termine la primera fase de las obras, con el importante pero limitado objetivo de agrupar a los placeros en un espacio digno y atractivo, que sólo ocupará una sexta parte del edificio. ¿Esto es suficiente para ser lugar de encuentro y para fomentar las relaciones sociales? La respuesta es que poco o nada aportará en este sentido, salvo que se añadan actuaciones complementarias. Lo verdaderamente transformador será lo que se quiera hacer con el resto del edificio y con el patio trasero. Si se amplia la reforma, si se adopta una solución estética para envolverlo, si se añaden usos en ocio, restauración y equipamientos sociales (guardería, obradoiro de cocina con productos de proximidad, etc) si se dignifica la parte posterior haciendo compatible el aparcamiento con un parque cubierto, entonces se garantizará que este espacio sea frecuentado y cumpla ese rol social de Plaza Pública, que toda comunidad necesita para encauzar correctamente su espíritu comunitario.

Los parques cubiertos (obligatorios cerca de las nuevas guarderías) deberían extenderse en el conjunto urbano. Hay  diseños de cubierta muy originales, en forma de árboles. Los talleres de cocina para vecinos (a la derecha), con productos de proximidad, es una actividad muy adecuada para los mercados.

Dado lo que el barrio se juega hay que estar muy vigilantes, porque en Caranza ya se han detectado movimientos especulativos que pretenden privatizar este espacio. Costó un mundo que se iniciara esta actuación, y ahora hay que pedir al nuevo gobierno local que garantice un plan de usos al servicio de los vecinos. Es en los espacios públicos donde los habitantes de una ciudad interactúan, y si los reducimos o desatendemos, cae la calidad de vida.

 

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Un comentario

  1. Odeón es un espacio privado donde interactúan muchísmas personas. A mí me parece bien que se aproveche todo, pero dejémonos de demonizar la iniciativa privada, que España no es un país socialista: El Mercado Central tiene un apósito espantoso que se usa por grupos locales y no por ello deja de serlo.