La mentalidad ganadora como clave del éxito

Andrés Gonzalo Íñiguez Díaz (*)

El optimismo es una actitud que ayuda a generar una mentalidad de crecimiento y fortaleza mental, variables claves para competir, y así lo aseveran estudios científicos en el mundo del deporte.
No es difícil escuchar o leer, en más ocasiones de las deseadas, declaraciones de jugadores, directivos o entrenadores más propias de la popular expresión “poner palos a las ruedas “con lo que esa frase lleva implícita, que exteriorizan un  “me cuesta avanzar”.

Uno de los motivos, entre otros, de esas expresiones lingüísticas es la Evaluación Selectiva Negativa, un molde mental (Hernández-Guanir, 2002) que percibe de la realidad lo negativo y desconsidera lo positivo. Ejemplos los constatamos casi a diario en los medios de comunicación especializados al hacerse eco de dichas declaraciones .

Analicemos, como ejemplo, la frase : “ganamos por cuatro goles a uno pero no jugamos bien”. Y pasémosla a “menuda pegada hemos tenido marcando tres goles en pocos minutos”. Si se dispusiese de un molde mental como el de la Evaluación Positiva la percepción de la realidad y la emoción serían diferentes, se resaltaría la pegada del equipo de meter tres goles tempraneros sumándole el buen impulso de comienzo de temporada y la actitud motivadora de conseguir un buen objetivo, variables importantísimas de cara al rendimiento, válidas también para una cohesión con la afición.

Ya sabemos que una competición es un camino largo y con  dificultades por el camino. La diferencia de afrontamiento se manifiesta en disponer de una mentalidad de crecimiento a otra con unas lentes oscuras teñidas por la preocupación y el miedo. No es lo mismo expresar “me centro en lo que puedo controlar” que “nuestro contrincante parece muy bueno y ganarle a domicilio es muy complejo”. En el primer caso nos centramos en el proceso de entrenar en el aquí y ahora, valiéndonos del esfuerzo, compromiso y responsabilizándose de las consecuencias; en el segundo caso se trasmite una preocupación de los puntos débiles o el temor a decepcionar. 

Tener los pies en la tierra

Es también de suma importancia destacar el mero hecho de conectar con la realidad versus idealidad, el molde mental inflación-decepción nos dice que si percibimos que todo va a ser maravilloso y la experiencia a post es otra variable no prevista, el resultado puede ser la decepción. Tener los pies en la tierra y una mentalidad de crecimiento ganadora nos conduce a afrontar unos retos que no sólo exigen talento físico sino también fuerza mental. 

En España algunos equipos aún viven del talento y la especulación sin tener en cuenta un trabajo mental especializado. Y sí es cierto que se han conseguido objetivos, pero la ciencia nos dice en la especialidad de la Psicología del Rendimiento que acompañar un buen trabajo en habilidades psicológicas y disponer de unos moldes mentales optimizantes además de otras variables como la fortaleza mental y la motivación, marca un punto de partida con ventaja hacia el objetivo a alcanzar aumentando así las probabilidades de éxito, siempre más seguras que jugar con las especulaciones.

(*)Psicólogo de la Salud y del Deporte. Director INPSISA e Investigador en UDC

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Un comentario

  1. enrique barrera beitia

    Interesante. Es como un equipo que no tiene talento ni físico para ganar, pero como nadie se lo ha dicho, ellos no lo saben, o si se lo dicen, no se lo creen, así que el resultado final es que ganan.