Dolor por Nuestra Señora y por Nuestro Patrimonio

Juan Ángel Sanz Aneiros

En la indiosincrasia de Ferrol, siempre ha estado el funcionamiento de clanes, y paralelo a él el ir en contra del grupo al que considero contrario a mi tribu.

Todos sabemos de las guerras míticas en las fiestas entre los distintos barrios…Que decir de los buenos sentimientos expresados por las clases trabajadoras, ante los «pijos de Marina», y como estos parecía que sólo querían relacionarse entre ellos.

El enconamiento de los «progres» ante todo aquello que sonase a religioso, y como en una ciudad que puede llevar a gala el tener una de las mejores Semanas Santas del Noroeste Peninsular por ciertos sectores siempre ha estado mal vista, como si fuera uno de los cánceres que amenazara a su desarrollo.

Como no incluir a ese comercio decimonónico, que parecía mirarte como un apestado en cuanto tu pinta no era de posibles, como si tu presencia fuera a ensuciar sus locales, y ya no te digo que tuvieras unos quilos de más, que ya entonces parecía que tuvieran el doble de estatura y tu la mitad, de la cara de asco que te ponían.

La prepotencia de la gente de los astilleros, ante todo aquello que no fueran ellos, y sus problemas. Cuando las vacas marchaban bien, te miraban por encima del hombro como si fueran los reyes del mambo, pero cuando las cartas salían al contrario, todo el mundo teníamos que ir a la huelga, por salvarles, eso sí ¿cuántos salieron a la calle para salvar a tantos y tantos desgraciados que se vieron en la calle, de compañías pequeñas?. 

Como digo y perdonar todos aquellos que os veáis afectados, no quiere decir que sea así lo que en realidad pensáis pero si es así, hacerme caso como os ve el del frente, Ferrol siempre ha funcionado en compartimentos muchas veces estancos, que sólo se abrían en ciertas ocasiones cuando varios grupos podían unirse en una guerra contra un tercero. Y aún así, nadie podría decir porque, posiblemente por nuestro gran potencial, y por todo lo bueno que se junta en nuestra ciudad y sus gentes, contra todo pronóstico y espero que por mucho tiempo, Ferrol sigue a flote.

Ahora sólo cabe en el sentir de nuestros dirigentes, y de las gentes que habitan en esta esquina del planeta, el indicar hacia donde queremos ir, y si queremos hundir la nave, que nos vio nacer o que nos cobija remando cada uno por su lado y bajo los intereses de nuestro grupo, o empezar a remar todos a una para salvar y llevar a buen puerto la nave.

Si la idea es la segunda, ojala sea así, nos debemos dejar de «caralladas» y perdón por la expresión y empezar a pensar en mayúscula, fuera de nuestra zona de confort y que aunque haya ciertas cosas que no son de mi cuerda o de mi agrado, si pueden ser un bien para mi ciudad por lo que debería de ayudar a recuperarlas o a potenciarlas, y una vez se logren ciertos objetivos ya habrá tiempo si hubiera que hacerlo a que esa ayuda se pueda devolver en otros fines.

Y una de esas cosas que creo que debería de estar por encima de luchas enconadas, y de divisiones es nuestro patrimonio, entendido como esos bienes que nos han dejado nuestros antepasados, y que deberíamos de pasar a las generaciones venideras, y si pudiésemos poner un claro ejemplo de uno de esos bienes, que deberíamos salvar de la quema, por ser un poco de todos, si nos quitamos las vendas del clan esta sería la Iglesia de Dolores. ahora que aún podemos salvarla.

Dejémonos de visiones clasistas y pensemos en el bien de la ciudad que todos queremos, y por una vez rememos todos a una, y cuidemos lo que es nuestro. Quizás, y sólo quizás esta sea la única forma de que Ferrol vuelva a ser algún día, lo que era antaño «La Capital del mar»

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