La guitarra en Galicia

Julia Mª Dopico Vale

Cuando hablamos de la guitarra clásica enseguida la asociamos con la tradición de Al-Ándalus y el llameante flamenco, vasto mundo de “cantes”, “toques” y bailes que muestran una personalidad musical única e inconfundible fruto de la confluencia de un crisol de culturas de influjos orientales, helénicos, semíticos y autóctonos que cristalizan en el género que el Nacionalismo incorpora como fuente de inspiración también entre los grandes autores de nuestra Generación de Plata.

No solemos por tanto relacionar el intenso mundo de la guitarra a la tradición de la música gallega donde pesan más otros instrumentos que nos identifican y representan ; sin embargo y en este sentido, resulta sumamente esclarecedora la tesis doctoral
de la profesora, investigadora y guitarrista de A Estrada Isabel Rei Samartim, presentada esta semana en la Real Academia Galega de Belas Artes e ilustrada con interpretaciones de partituras rescatadas en fondos y archivos como los de Torres Adalid, Valladares, Pintos Fonseca, Alejo Amoedo….y obras anónimas o de autor reconocido, como Avelina y Marcial Valladares, de los que escuchamos Alvorada, Soidade, Valsa e Rigodöes, Ramón Gutiérrez Parada, con su Prelúdio nº 5 o Minha Lira del ferrolano Juan Parga Bahamonde ( 1.843-1.899), el guitarrista más universal del S. XIX, contemporáneo de Tárrega y creador de coloristas e
imaginativos compases, celebrado así en los versos del periodista Xosé L. González: “Tocade as gaitas, gaiteiros, que se atopa entre nos Parga, o guitarrista da zona, que arranca coa súa guitarra as notas mais garimosas que poden ser escoitadas….”.

A través del profundo estudio realizado por Isabel Rei, fuimos descubriendo la amplia tradición guitarrística en Galicia desde la Baja Edad Media documentada en fuentes iconográficas y miniaturas de antiguos cancioneros; la constatación de una práctica común en los ambientes familiares, hidalgos y populares, incluso durante os Séculos Oscuros, que parecen no serlo tanto en este universo musical; las posturas adoptadas para la interpretación hasta la utilizada actualmente y relacionada con el “rasgueo”; los lugares de aprendizaje, incluidas las barberías, verdaderos centros de difusión; la presencia activa de mujeres en estos ambientes musicales y no sólo como intérpretes, sino también como luthiers, junto a “os violeiros”,dirigiendo formaciones o creando su propia música, tal es el caso de Avelina Valladares, más conocida como poeta o la
propia Rosalía de Castro, que tocaba la cista (guitarra inglesa o portuguesa), más pequeña que la guitarra clásica y junto a ella otros intérpretes intelectuales de la talla de Xosé Castro Chané o Castelao, tuno en sus tiempos estudiantiles en la Facultad de Medicina de Santiago de Compostela.

La guitarra y los instrumentos de su amplia familia son el núcleo de las “schubertiadas” gallegas, cuando en Europa se imponía el piano romántico que presidía los salones burgueses y que aquí veía mermada su presencia por tener que ser instrumentos importados y por su elevadísimo coste. Interesantísimas conclusiones de nuestra historia guitarrística y de su práctica extendida especialmente en núcleos como los de A Coruña, Betanzos y Ferrol donde se vive a fecha actual popular e intensamente esta tradición secular.
Un estudio imprescindible.

 

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