El Memorial

Enrique Barrera Beitia (*)

Se ha constituido en Ferrol la Mesa de la Memoria Histórica, cuyo primer objetivo será fijar los criterios para instalar un Memorial de Víctimas de la dictadura, que se ubicará probablemente en el barrio de Canido. Esta iniciativa será descalificada por una parte de la población que considera que son “cosas del pasado” y que hay otros retos más importantes que acometer, pero no menos cierto es que cuando la
represión ha sido tan amplia, un número elevado de familias desean restaurar la dignidad de sus familiares asesinados y cubiertos de oprobio. Frases como “cuando lo mataron es que algo hizo” han hecho un daño enorme que moralmente debe ser reparado.

Hay que cerrar de una vez por todas unas heridas que nunca se cerraron, y que por lo tanto no han sido reabiertas. No está de más recordar que a lo largo de los meses que gobernó el Frente Popular, no hubo ningún derechista ferrolano asesinado, ni tampoco ningún atentado fallido.

En esta Mesa, además de los representantes municipales está la asociación de la Memoria Histórica de Ferrolterra, que posee un archivo que ahora mismo supera las 4.500 fichas, incluyendo no sólo las personas asesinadas, sino las que estuvieron en la cárcel y las que fueron laboral y económicamente sancionados. No se trata de una simple lista, sino que cada ficha incorpora certificados de defunción, una breve biografía de cada individuo, y cuando es posible una foto.

El primer trabajo de la Mesa será fijar quién debe figurar. Por un lado están los vecinos de Ferrolterra, Eume y Ortegal asesinados en estas comarcas. Otro colectivo sería el de vecinos ejecutados en otras comarcas coruñesas, y en otros territorios. El tercer colectivo serían los españoles que por diversas razones murieron en estas comarcas. Si se suman estos tres grupos tendríamos una cifra de 914 personas,
aunque probablemente se optará sólo por el primero.

Me gustaría destacar la posición constructiva del PP, que se limita abstenerse en este tema, y de esta manera favorece la iniciativa. Es indudable que el PP en Galicia no es el de otros territorios, donde la beligerancia y el insulto están presentes un día sí, y el otro también.

A mi entender, en el enquistamiento de este problema no sólo ha influido una Transición pactada (no rupturista) a la Democracia, la única posible en aquel momento, sino ciertos componentes del catolicismo.

Los instigadores de estos crímenes no carecían de normas morales, por cuanto precisamente la religión católica inculca de manera estricta unas normas que provocan un sentimiento de culpa que necesita el recurso a la confesión. En una época en la que no había apenas psicólogos, los directores espirituales que atendían de manera personal a los que decidían quien moría y quien vivía, eran la clave para que la
represión continuase sin crisis de conciencia.

A diferencia del integrante de un piquete de fusilamiento regulado, que sabe que aunque se cometa un crimen él no es el responsable, el integrante de un piquete de paseadores necesita descargar su conciencia recibiendo el perdón de una iglesia que encuadró estos actos en una Cruzada. Es distinto el caso de una parte de los alemanes luteranos, que al carecer del sacramento de la confesión, al terminar la segunda
guerra mundial se sintieron obligados a expresar una sacudida emocional de pena, vergüenza y angustia (“betroffen”), por haberse dejado arrastrar por la corriente (“mitläufer”).

(*)-Secretario de la asociación Memoria Histórica Democrática

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