Carcoma

Gabriel Elorriaga F. (Ex diputado y ex senador) 

Hay presidentes de Gobierno mejores o peores pero es difícil encontrar ejemplos de uno dispuesto a carcomer las vigas del Estado bajo cuyo techo se cobija. Este es el caso de Pedro Sánchez que, desde su pacto de investidura, trabaja con afán en carcomer la estructura del Estado español en lo que pidan aquellos enemigos de los que es deudor, con objeto de seguir viviendo bajo el techo del Estado carcomido el mayor tiempo posible, con la esperanza en que la lentitud del proceso sea suficiente para terminar su gestión sin derrumbamiento. El insecto xilófago va haciendo lentamente sus galerías en las instituciones públicas. Unas veces con “sustituciones” que no son destituciones, como es el caso de la directora del CNI, el de la jefa de la Abogacía del Estado, de un fiscal o de unos coroneles de la Guardia Civil. Se diría que sus “sustitutos” son personas también dignas pero, en todo caso, quedan avisadas de cómo puede acabar su carrera si se obstinan en impedir el curso de la carcoma.

Otras veces no se trata de sustituir personas sino de concesiones al chantaje de quienes sueñan con dinamitar la potencia del Estado constitucional presionando para conseguir el incumplimiento de las leyes o su interpretación más laxa, mediante los indultos a los reos de golpe anticonstitucional o mediante beneficios carcelarios a los condenados por terrorismo. Mediante la financiación privilegiada a los cuerpos policiales dependientes de las autonomías y la cicatería para con las fuerzas de Seguridad Nacional y con el menor porcentaje de dotación presupuestaria entre los Ejércitos de los países de la OTAN con menor población y menores responsabilidades geográficas que la de nuestra nación insular y peninsular. También se observa una insuficiencia en la política exterior, con la tolerancia genuflexa ante la pseudodiplomacia independentista ante la resignada pasividad de nuestro servicio exterior. En la política cultural con la tolerancia a los ataques a la unidad del idioma, el tesoro lingüístico de España, en perjuicio de ciudadanos que ganarían con ser educados en el bilingüismo, liberados de ridículas persecuciones idiomáticas infantiles.

No es necesario describir, uno a uno, los canales por donde circula la carcoma pulverizando la arquitectura de un Estado nacional y de una monarquía parlamentaria. Están presentes ante la mayoría de los españoles que saben la importancia de la unidad y seguridad de su patria en cualquier tiempo pero, muy especialmente, en el tiempo crítico que nos ha tocado vivir, con guerra en Europa, economía en crisis y salud amenazada. No disgustar a separatistas, terroristas o tardocomunistas es la consigna para mantenerse en el cargo a la vista del presidente. Lo mismo sea en la presidencia del Poder Legislativo, reducido a subdependencia del Gobierno, la Fiscalía General, el Consejo de Estado, las empresas públicas o la Comisión de Secretos Oficiales. Nada ni nadie debe estorbar al trabajo de la carcoma. Si además de manipular el reglamento para que pueda entrar la carcoma en la Comisión de Secretos Oficiales, los insectos que incumplen la norma de silencio emiten en público los contenidos y tampoco se aplica el reglamento sancionador para impedir conductas corrosivas.

Esta situación no es, afortunadamente, indefinida y lo que promueve es la necesidad próxima de un liderazgo honesto con una conciencia nacional unitaria. Pero mientras llega, Sánchez sigue carcomiendo. No le importa perder todas las elecciones parciales que se celebran bajo su gestión en cuanto no afectan a su propia posición. Todo se puede solucionar sacrificando colaboradores y cómplices, excepto aquellos coaligados adheridos como parásitos a sus pantalones de pitillo que saben que nunca estarán mejor pensionados que bajo su tutela. Cualquiera que venga, sean cuales sean sus ideas, va a ser peor para ellos que esta etapa carcomil que pulveriza las entrañas del Estado. Es la salud política de la nación lo quje está minando Sánchez con su humillante conducta. Un presidente cautivo de sus acuerdos con auténticos y voraces roedores de nuestro Estado que, sin embargo, va a recibir en Madrid a una importante cumbre d la OTAN para la que España desplegará el dispositivo de seguridad mayor de este siglo. Es lamentable palpar la desconfianza que produce a los observadores externos en esta ocasión escuchar el rumor incansable de la carcoma que perfora el interior de un Estado miembro de pleno derecho de la Alianza. El insecto que pulveriza por dentro no son aquellos antisistema que chantajean desde fuera a la estabilidad del presidente Sánchez. Él es la carcoma que roe sin escrúpulos las vigas del Estado como solo puede hacerse impunemente desde dentro. Si pensar en las consecuencias futuras mientras se mantengan en pie los muros de la Moncloa. Urge que los españoles comprendamos la naturaleza de la situación y actuemos con pragmatismo para converger en el objetivo unitario de evitar la conversión en serrín de nuestras vigas maestras constitucionales.

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