Salvad al «Príncipe de Asturias»

Alberto Pérez Giménez- AD (*)

Que el título de este artículo no llame a engaño: el Príncipe de Asturias que está en peligro y camino del desguace es el Portaaviones R-11, santo y seña de nuestra Armada durante casi treinta años, y cuyo horizonte final es acabar achatarrado en Ferrol. Si antes no lo impide un movimiento cívico militar que está fraguándose en las últimas semanas

La noticia de la ‘jubilación’ del Príncipe de Asturias en el Grupo de combate Alfa no ha pillado por sorpresa, pero lo que ha causado honda preocupación en muchos de los amantes de la navegación es su destino. Por ello, ha comenzado un movimiento para intentar que el Ministerio reconsidere su decisión y, por ejemplo, se dé un destino más «honroso» al Príncipe

Por ejemplo, convertirlo en museo. Los que defienden esta opción esgrimen que hay precedentes en España (el submarino del puerto de Torrevieja, uno de los más visitados de la zona) y, por supuesto, en el extranjero, donde los barcos visitables son reclamos turísticos y de exportación de la ‘marca’ del país: el ‘Cutty Sark’ en Greenwich o el ‘Warrior’ en Southampton, aunque el caso más similar es el «Intrepid», el portaaviones anclado en Nueva York que acoge el «Sea, Air & Space museum Complex» y que ha recibido en su colección nada menos que una de las lanzaderas recientemente retirada de servicio.

Quienes impulsan esta «amnistía» para el Príncipe de Asturias aseguran que el barco sería un un gran atractivo turístico para la ciudad que lo acoja. Incluso, no descartan su uso combinado, como base operativa de los helicópteros de salvamento marítimo y contra incendios. Dispone de hangares de mantenimiento, y su utilización como apoyo de salvamento marítimo tendría una mejor acogida en los sectores sociales. Como museo, podría integrar Museo Naval, de la aviación naval, fuerzas aerotransportadas, Infantería de Marina, Comandos especiales, etc. Todo en un sólo enclave que, por su tamaño, podría albergar, además de la colección museística, instalaciones de formación y sede para cursos especiales, incluyendo alojamiento para 800 personas o espacios para eventos gracias a sus 2.400 metros cuadrados.

El proyecto está en marcha. Ahora, se busca implicar a cuantos más sectores mejor, para obligar a Defensa a ‘indultarlo’. Militares, autoridades locales de los puertos que puedan estar interesados, Liga Naval, Asamblea de Capitanes de yate, captación de firmas… La empresa es homérica, pero el fin vale la pena. El primer portaaviones construido en España se lo merece.

(*)Alberto Pérez Giménez es periodista y analista político Twitter: @albertopgimenez Alberto P. Giménez en facebook

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