Que el desánimo nunca gane

Miguel Ángel Pazos Fernández (*)
El otro día leía un artículo en el que se retrataba 2012 como el “mejor” año de la historia. Puede parecer extraño, pero los datos así lo muestran, y, en este entorno de pesimismo, también dejan un lugar enorme a la esperanza de que los países subdesarrollados vayan adaptándose al progreso poco a poco.
Decía ese artículo, entre otras cosas, que el objetivo que se marcó la ONU de reducir las personas que viven bajo el umbral de la pobreza en 2015, se cumplió en 2008. Es decir, 7 años antes de lo previsto. Además, la esperanza media de vida de un africano al nacer ahora es de… ¡¡¡¡55 años!!!! Algo a todas luces impensable hasta hace muy poco.
Son solamente un par de datos de los que se pueden leer en dicho artículo. Y no deberían de saber a poco. Es probable que diez años antes resaltaran un poco más, fuera de la crisis galopante en la que estamos inmiscuidos, y de la que tristemente escuchamos hablar día sí y día también.
Pero los datos dejan lugar a la esperanza. Nunca antes la diferencia entre los países pobres y los países ricos había sido reducida tan drásticamente. Y no porque nosotros hayamos retrocecido; lo hemos hecho pero no llegaría para reducir las distancias en tanto. Ha sido porque la globalización ha favorecido que países rezagados por fin se comiencen a industrializar. El proceso comenzó ya hace más de dos décadas, y está dando sus frutos. Deberíamos de congratularnos por ello.
Es evidente que el desánimo latente en una sociedad donde el paro alcanza el 25 %, donde salen notas de prensa casi a diario informando de suicidios causados – a priori – por la crisis, donde la recesión se agravará en 2013… no lo calman unos cuantos datos positivos sobre cuánto ha mejorado el planeta. Ni siquiera cuando se trata de países con los que España siempre ha mostrado su solidaridad de manera muy notable.
En un año de crisis económica nunca se puede decir que es un “buen año”. Ha habido notas positivas, pero pesan las negativas. El optimismo nunca había bajado tanto entre una población que ha pasado por lo mejor y lo peor, y eso también se nota.
Quizás el objetivo a marcarse en 2013 sea el de renovar las esperanzas. Renovarlas y aumentarlas, para quien todavía las tenga. Es difícil, pero se puede conseguir. Que el desánimo nunca nos pare, que tengamos siempre ganas de innovar, de renovarnos, de tener metas propias para poder alcanzarlas.
Navidad es una buena época para ello. Feliz Navidad a tod@s.
(*) Miguel Pazos es presidente de NNXX de Narón

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