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Manuel Molares do Val- (cronicasbarbaras.es-molares@yahoo.es)
El caso de los quince africanos subsaharianos ahogados hace unos días cuando nadaban hacia Ceuta, por el que acusan ahora a la Guardia Civil de haberlos asustado con disparos de pelotas de goma para que volvieran a Marruecos, igual que habían salido, ha hecho proliferar organizaciones que invitan a millones de africanos a invadir España.
Elena Valenciano, número dos del PSOE y cabeza de lista para las elecciones europeas, ha escrito conmocionada en su Facebook que “No es difícil imaginar el pánico que se puede llegar a sentir cuando estás en el agua, extenuado y asustado, y te empiezan a disparar, entre otras cosas, no sabes con qué te disparan”.
Sí se sabe que las pelotas de goma no alcanzaron a quienes antes habían herido a varios guardias civiles, pues numerosos inmigrantes ilegales son crecientemente violentos.
Y miles de ellos, 30.000 o quizás 40.000, que si tienen éxito serán millones, esperan saltar-asaltar España sin que el país, ya agotado económicamente, pueda soportar esa presión.
Las fuerzas de seguridad deben impedir las penetraciones con los medios de los que disponen; con más asaltos, en parte por el efecto llamada de Valenciano y la sensibilidad feminoide de los socialistas, o terminan usando balas de verdad, o permiten las mayores invasiones.
Que un partido como el PSOE, que ha gobernado y puede volver a hacerlo, canjee la política de Estado por la hipócrita bondad de una ONG con más burócratas que auxiliados, y que exige compasión universal, muestra una deriva peligrosa para los intereses de los españoles.
El socialismo sigue secuestrado por el misticismo espiritualista disfrazado de laicismo impuesto por José Luis Rodríguez Zapatero, cuando se adueñó del PSOE en 2000, y se convirtió en el gurú universal de la felicidad, con la amalgama de Pachamama, con los Hare Krishna, Hare, Hare, y la juventud gótica.
