La feria que nos queda

Alejada posiblemente por desidia, abandono, incumplimiento «contrataciones varias», montajes de estands a cargo de empresas amigas, y un largo etc. de momento los ferrolanos nos hemos despedido de nuestra feria de Muestras, la que se decía internacional porque de vez en cuando acudían «los amigos» de la feria portuguesa de Braga. La Feria estaba en las últimas porque  «alguno» ya se encontraba a gusto en su poltrona direccional y ni se preocupaba de nuevas contrataciones, nuevos expositores, de una campaña digna, etc, etc., el caso era que llegase la nómina de fin de mes acompañada de los «gastos de representación».

A La feria …»entre todos la mataron y ella sola se murió». Si, sola, en plena soledad, sin unos directivos de la Cámara que abandonaron el organismo al ver como los anteriores la habían dejado (¿No se pidió un informe sobre destinos de fondos a obras de edificios, como el de la Feria (está su esqueleto) o el del Puerto exterior(también sin finalizar)? Por parte del concello, otro tanto de lo mismo, largas y largas, cogiéndola con papel de fumar «por si acaso» y…¡pobre feria!.

Y ahora, salvo «alquileres varios» de algunos pabellones de FIMO, solamente nos queda una feria… la mensual, la del tercer domingo de mes ( este mes de julio el día 19) en el paseo del Túnel,  que pese a todos los tiempos, ha pervivido, sigue y siempre es visitada, frecuentada e incluso añorada, no solamente por los ferrolanos, sino por la mucha gente que se traslada desde la comarca.

Feria con historia, ya que antiguamente se solía celebrar en el campo de las Baterías de la población vieja, hasta que por Real Cédula de 9 de agosto del 1769, el Rey Don Carlos III le concedería el permiso para que se trasladase a la plaza de Dolores (hoy Amboage) de la nueva población, Plaza de Armas, Plaza Vieja.. hasta el actual sitio en nuestra carretera de Circunvalación.

Feria mensual, del rastro o del baratillo, en la que se ofrecen variados efectos, algunos con suspiros de bienes perdidos, especie de ruina, cachivaches, libros usados, objetos viejos, artesanía, relojes, vajillas.. Un Rastro ferrolano cargado de historia, de visita obligada en ese señalado domingo, que habría que mimar, atender, publicitar y desde luego promocionar y potenciar. Es la última Feria con renombre que nos queda, y nada mejor que por la parte Municipal se autorice a aparcar los coches, en esa mañana dominguera, en nuestra desolada calle Real, eliminando en esa señalada jornada dominguera, lo de peatonal…

¿Y qué les voy a contar  si ni hasta ahora los políticos se han preocupado por ella?, ¡perdón!, si, los políticos se acuerdan de nuestra feria mensual  en plenas campañas electorales ofreciendo sonrisas, besos, papeletas, folletos…cansando a los visitantes y hasta diría que en algunos momentos molestándolos, y pasado ese tiempo..a sentarse en el sillón de mando y…. si te he visto ni me acuerdo.

La vida misma

Desde Ultramar.
Pedro Sanz

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