La decencia

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Se suceden los casos de indecencia en el deporte. Messi, Neymar y Mascherano implicados en fraude fiscal mientras la directiva barcelonista hace una impúdica defensa del astro argentino que posa el disfrute de sus lujosas vacaciones delante de nuestras narices, los defraudados. Benzema apartado de la selección francesa por el caso Valbuena continúa jugando en el Real Madrid con aplauso general.

Son los últimos casos pero hay muchos más. Tenistas, pilotos de fórmula uno y de moto GP con domicilio en paraísos fiscales ciñen la bandera española mientras suena el himno haciendo buena la reflexión de Oscar Wilde que califica el patriotismo como la virtud de los depravados.

Todavía, más. Ciclistas y atletas condenados por dopaje, federaciones deportivas implicadas en escándalos de diversos tipos, deportistas con actuaciones públicas poco edificantes, clubes de fútbol con deudas millonarias a la Seguridad Social y Hacienda, es decir, a nosotros, ciudadanos. Y para colmo, Rusia puede ser acusada de «dopaje de Estado».

Pues bien, no percibo una actitud firme y continuada de denuncia de los medios de información deportiva, los de mayor tirada en España. No sé si entienden la enorme influencia del deporte de élite en el comportamiento de la sociedad, que aquellos deportistas son ídolos de muchos chicos y chicas a los que tratan de imitar. ¿Qué ejemplo son para la juventud? Luego, nos rasgamos las vestiduras cuando la indecencia está extendida en la gran empresa, la política, las pequeñas facturas sin IVA o los trabajadores sin contrato legal ni seguro adecuado.

Es hora de tomar medidas, es urgente. Recuerdo al juez Leonard White, personaje de Tom Wolfe en La Hoguera de las Vanidades, cuando fue acusado de racismo en sede judicial e hizo una emocionante defensa de la decencia calificándola no como un acuerdo, un punto de vista o un chanchullo sino como lo que nos enseñaron nuestra abuelas, que está en los huesos. Pues bien, sería bueno que la directiva del Barcelona dimitiera, que Messi, Neymar y Mascherano fueran expulsados, Benzema apartado del equipo, que todos pidieran disculpas a los defraudados, nosotros. No va suceder, lo sé !A quién le importa!

Sólo nos queda la esperanza de inculcar la decencia en nuestras casas, en las escuelas, en las universidades y en el tejido asociativo.

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