Ferrol ¿hacia donde vamos?

Pedro Sande García

Siempre me han gustado los números, los que se construyen con las diez cifras o los dígitos de nuestro sistema decimal. Me gusta jugar con ellos: sumar, restar, multiplicar, dividir, calcular medias, porcentajes. Los números, por si solos, son fríos, no dicen nada, son dóciles y maleables, los podemos manejar a nuestro antojo pero tienen una cualidad misteriosa: cuando les añadimos un adjetivo o un sustantivo son capaces de producir todo tipo de sentimientos, de generar alegría, odio, tristeza y hasta de provocar el caos.

Esta es la razón por la que quiero empezar este artículo, con dos números: 91.764 y 66.799. Como muchos de ustedes sospecharán no son los números premiados en el último sorteo de la lotería nacional, de ser así causarían una enorme alegría a los afortunados poseedores de un décimo o de una participación. Se trata de dos números publicados por el Instituto Nacional de Estadística (INE) y se corresponden con las personas, me gusta más esta palabra que la de habitantes, que vivían y estaban empadronadas en Ferrol en los años 1981 y 2018 respectivamente. La primera de ellas, 91.764 marca el máximo histórico que se alcanzó en dicho año y la segunda se corresponde con el último dato publicado por el INE. Ahora podemos jugar con ellos, si los restamos nos da una diferencia de 24.965 personas, si calculamos el porcentaje nos daría un descenso de un 27% y si calculamos la media anual nos da un descenso medio de 924 personas al año durante los últimos 27 años. Una media que, exceptuando algún período aislado, se ha ido cumpliendo año tras año. Como he comentado al inicio de este artículo, al añadirle a estos números un sustantivo, personas, seguro que se desencadenarán sentimientos, se buscarán causas y se señalarán culpables.

Los números, además de poseer esa característica misteriosa, son capaces de hablarnos, de decirnos cosas aparentemente ocultas pero que están ahí a simple vista. En este caso nos dicen que el descenso del número de personas ocurrido en Ferrol no ha sido una sorpresa, no se ha producido como consecuencia de una crisis inesperada que como un tsunami lo arrasa todo. El descenso ha sido lento y constante, como una gota malaya que con paciencia nos muestra a todos, día a día, año a año, nuestra incapacidad para frenar la sangría. Llegados a este punto, estoy seguro que tanto a ustedes como a mí, lo primero que se nos viene a la cabeza es buscar causas y como no, buscar culpables.

Por muchas causas que busquemos, por muchos culpables que señalemos solo gastaremos energía, el futuro no se resuelve mirando constantemente al pasado, esto solo produce frustración. Voy a intentar gastar la mínima energía posible para seguir hablando de estos dos aspectos. De las causas por las que se ha llegado a esta situación se ha hablado mucho, quizás demasiado, en resumen: reconversión naval, las diferentes crisis, la marcha de la flota, la desaparición de la mili, la falta de inversiones. La cuestión de los responsables es mucho más fácil, solo hay que mirar hacia otros y todo resuelto: los políticos, todos ellos. Durante el período citado, tanto en el ayuntamiento, en la diputación, en la Xunta de Galicia y en el gobierno de España han gobernado prácticamente todas las formaciones políticas. Es el momento de que aquellas que no lo han hecho se aprovechen de la situación y se quiten la responsabilidad de encima, estoy seguro que lo harán, como estoy seguro de que los que sí han gobernado mirarán a sus adversarios sobre los que echarán todas las culpas. Queda dicho, los responsables son esos seres que vienen de otro planeta, que no tienen nada que ver con nosotros y que además nos han sido impuestos. Tienen una cosa en común con el resto de los mortales, mirar hacia otros para hacerles responsables. Para que nadie se sienta incomodo, o quizás para que todos se sientan incómodos, tengo que decir que esos «marcianos» que han tenido responsabilidad sobre Ferrol han realizado una gestión nefasta, pero no solo habrá que responsabilizarlos a ellos. Perdonen por hacerles sentir participes, me incluyo entre ustedes, sé que la autocrítica suele producir urticaria.

Permítanme que siga con mi relato de lo ocurrido durante estos 27 años, el descenso poblacional y el declive poblacional ha venido acompañado de un deterioro urbanístico que en Ferrol es mucho más grave dadas las singulares características de la ciudad. La desaparición de barrios enteros ha venido acompañada del deterioro de barrios como Canido (hoy conocido internacionalmente por la iniciativa de las Meninas, ejemplo de si se quiere, se puede), la ruina de Curuxeiras (la entrada natural de un puerto de mar como Ferrol) y el abandono del barrio de la Magdalena. Sobre este último es necesario que realice un apunte, cualquier ciudad del mundo que tuviera una joya urbanística como el barrio de la Magdalena, la cubriría con una urna de cristal y no solo la cuidaría, la mimaría pero nunca, nunca, la dejaría agonizar.

Aquí quiero hablar alto y claro, la política urbanística ha sido y sigue siendo nefasta. Sus responsables no se pueden esconder en ningún tipo de excusa. En Ferrol no ha habido un terremoto que en unos segundos arrasa todo lo que encuentra en su camino, su abandono ha sido resultado de una pésima gestión a lo largo de varias décadas. Por supuesto que hay que conservar, es más, he dicho que hay que mimar, pero también hay que hacer del barrio de la Magdalena un barrio habitable. Su responsabilidad era hacerlo, en tiempos de crisis y en tiempos de bonanza, como en otros lugares lo han hecho. Da la impresión de que a los responsables de urbanismo solo les ha interesado conservar, ni de eso han sido capaces, y se han olvidado que lo más importante es conservar con las personas. Si no se facilita que las personas puedan vivir en el barrio de la Magdalena lo convertirán en un museo, olvidando que a los museos también hay que conservarlos. Mientras tanto, el debate público, el que antes se hacía en las plazas y ahora se ha trasladado a las redes sociales se ha centrado en hablar del pasado, de los edificios que ya no están y ¡cómo no! hablando los últimos veinte años sobre una plaza, ¿se imaginan ustedes los próximos veinte años hablando de otra plaza?

Ferrol ha sido una ciudad de barcos, de marinos, marineros y construcción naval. Ha sido su pasado y posiblemente parte de su futuro pero, y esto puede producir que algunos de ustedes se remuevan en sus asientos, pensar de manera obsesiva que ese pasado es la única solución de futuro es lo que ha llevado a Ferrol a la situación actual. Les voy a poner un ejemplo. La reciente noticia de la construcción de las cinco fragatas para la armada española nos ha llenado a todos de alegría pero no hay que engañarse. Durante el período 2002-2011 los astilleros ferrolanos construyeron cinco fragatas para la armada noruega, durante ese periodo la población de Ferrol pasó de 79.520 personas a 71.963, una pérdida media de 728 personas al año.

Vivir del pasado, como ya he dicho anteriormente, ha llevado a esta situación. El pasado no hay que olvidarlo, hay que recordarlo y aprender de él para construir el futuro. No sirve de nada mirar hacia fuera y esperar. No sirve de nada echar la culpa a otros, a los políticos cortoplacistas y miopes hay que exigirles más gestión y menos política. Ya no sirve pensar que Ferrol ha sido una gran urbe naval, hay que pensar en un futuro en el que Ferrol sea una gran urbe. Para ello es necesario no dejar el futuro en manos de los demás, salir de la zona de confort y dejar de hablar de lugares y plazas que ya no existen, de lo que tuvimos y ya no está. El futuro es decidir hacia donde queremos ir y como queremos ir. El futuro no es estar continuamente pensando de dónde venimos. Con los políticos debemos ser exigentes y críticos, pero también con nosotros mismos. Ferrol necesita nuevas ideas, diálogo y consenso, trabajo y mucho, mucho esfuerzo, tanto de los que están como de los que se fueron. Quizás así seamos capaces de saber hacia donde vamos.

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4 comentarios

  1. Buen análisis pero, ¿y las propuestas?

    • Hola, Carlos. No era mi objetivo plantear soluciones concretas, desde luego por lo que hay que empezar es dejar de mirar solo el pasado.

  2. Durante mas de medio siglo se ha podido observar que en Ferrol se han hecho cosas buenas y grandiosas, entre otras la remodelación del barrio de Esteiro, construcción del barrio de Caranza, retirada del estadio del inferniño y su re-ubicación en la Malata, derribo de parte de la muralla militar, y otras que han generado y todavía generan una gran polémica (la Plaza de España), en los sucesivos gobiernos de uno u otro color se ha destilado una dejadez o incapacidad para realizar una hoja de ruta que pudiera llevar a Ferrol hacia delante y nunca hacia atrás, esa hoja de ruta mal escrita ha conseguido una sangría poblacional y un deterioro progresivo de la ciudad (no hay mas que darse un paseo por nuestras calles) pero….la pregunta es ¿hacia donde vamos? ¿a una destrucción total de nuestra urbe naval ? ¿ningún mandatario municipal se da cuenta de esto? y si lo saben ¿Cómo no son capaces de solucionarlo?. La enfermedad de esta ciudad necesita un buen doctor, un doctor que sepa como atajarla y que no ponga remedios perentorios, sino que sepa operar en profundidad y que cuente con un buen equipo de profesionales a su alrededor ¡¡¡¡ será tan difícil !!!!!