Los coronavirus de la Antigüedad

Enrique Barrera Beitia
La pandemia gripal padecida en 1918 no destruyó los cimientos de la sociedad mundial, como tampoco lo hará el coronavirus. Sin embargo, tenemos un ejemplo histórico de como los virus destruyeron gradualmente una colosal entidad política: Roma.

El imperio romano tenía rasgos modernos, como su economía abierta y comercial y una red de ciudades que concentraba buena parte de la población. Las epidemias existían con anterioridad, pero se mantenían encerradas en regiones muy concretas, de manera que al fomentar un comercio basado en la especialización territorial, los gérmenes empezaron a circular cada vez con mayor libertad. En ese momento, las epidemias se convirtieron en pandemias.

La extensa red de calzadas romanas y el tráfico marítimo, permitieron un fluido tráfico de mercancías entre las provincias romanas… y también ayudó a propagar los virus.

Los romanos prestaron atención a la medicina, y además de médicos que atendían a los ciudadanos ricos, crearon eficientes hospitales de campaña. Los legionarios eran muy valiosos, y tras invertir en su entrenamiento, había que curarles adecuadamente de sus heridas para que pudieran volver a combatir.

Sin embargo, no prestaron atención a epidemias crónicas como la malaria, y no desarrollaron estrategias preventivas, aunque tuvieron tiempo para estudiarlas, porque entre el 43 AC y el 140 DC, tenemos conocimiento de una veintena de epidemias circunscritas sólo a Italia.

En el imperio romano, la atención médica estaba reservada a los ricos y a los legionarios.

La primera pandemia, llegó en el 148 DC y fue ocasionada por el “ántrax” (carbunco), aunque muchos la consideran otra epidemia por haber quedado confinada en las provincias asiáticas.

La segunda pandemia conocida fue la peste antonina (165 DC), y aunque persisten las dudas, la opción más probable es que fuera viruela. Murieron 20 de los 75 millones de habitantes que tenía entonces el imperio romano.

La tercera pandemia fue conocida como la plaga de Cipriano, importada en el año 251 DC desde Etiopía a través del Nilo, y con un rebote diez años después. El cuadro clínico hace pensar que se trató de una mutación de la gripe, o de una fiebre hemorrágica vírica, porque brotaba sangre de la nariz, las orejas y la cuenca de los ojos. Es posible incluso que ambas enfermedades aparecieran juntas o separadas en el tiempo. La mortalidad fue similar a la ocasionada por la peste antonina.

La cuarta pandemia (viruela) se produjo en el 312 DC, y fue el golpe definitivo. No tumbó al gigante, pero no le permitió recuperarse. Que fueran necesarias varias pandemias para debilitar al imperio romano, dice mucho de la solidez con que estaba construido y de su capacidad de resilencia. A través de medidas políticas o administrativas pudo prolongar su existencia, pero cada vez más débil y ruralizado. El tamaño del territorio a defender y de las tribus bárbaras que acechaban desde el exterior no disminuyó, pero ya era muy difícil encontrar los recursos económicos para mantener un ejército de 500.000 legionarios. La única solución hubiera sido abolir la esclavitud y fomentar el empleo de máquinas para mejorar la productividad, pero no se hizo. La crisis fiscal se cronificó, y ante la imposibilidad de generar suficientes
recursos propios, los emperadores romanos asentaron dentro de su territorio a pueblos bárbaros, dotándoles de autonomía territorial a cambio de contraprestaciones militares; es decir, metieron al enemigo en casa.

Para terminar este artículo, diré que Ferrol padeció en su historia varias crisis sanitarias, siendo con mucha diferencia la más grave, la pandemía de la gripe de 1918; entonces la ciudad tenía 29.000 habitantes, y podemos estimar que se contagiaron unos 6.000 personas y murieron casi 300.

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8 comentarios

  1. Un artículo vetusto por su rebose determinista y por la ya obsoleta visión lineal de la Historia. La información que contiene no es relevante, tan solo se empasta para desarrollar un título confuso, una idea preconcebida, un pensamiento que no llega a tener coherencia. A mi me resulta anacrónico, fuera de contexto y con graves errores contextuales e históricos. Ni la malaria, ni el antrax son virus, ni el término pandemia o epidemia eran conocidos en al antigüedad. Roma no dejó de ser un Imperio por las plagas padecidas en su variable territorio (resulta lamentable que se tenga que solemnizar lo obvio). El mismo tiempo que tuvieron los médicos romanos para estudiar las plagas, lo tuvieron antes los babilonios, los egipcios , o los del Antiguo Imperio Chino. Un artículo entre la heurística novelera de Santiago Posteguillo y el determinismo histórico del último ensayo de Kyle Harper, con algunos retoques de materialismo histórico cosecha del autor. De todas formas se agradece el intento de poder acercarse a la Historia con los problemas del presente. Quizás sea esta la única forma en que la gente se interese por ella. Aunque tiene sus riesgos, el mayor es el de la manipulación.

  2. enrique barrera beitia

    Le agradezco su crítica. Permita que le diga, que es probable que yo no sea el único que cuando escribe un artículo parta de una idea preconcebida, y que si el escrito tiene tan sólo 680 palabras, difícilmente puede aspirar a contener ideas relevantes, ni mucho menos a condensar exhaustivamente las causas de la decadencia y caída del imperio romano.

    Por otra parte, el enfoque lineal, el determinismo y el materialismo histórico, conviven en el ámbito académico con otros pensamientos y métodos. Gracias a usted he sabido quien es Santiago Posteguillo, porque evidentemente estoy familiarizado con Kyle Harper.

    Un saludo

    Enrique Barrera Beitia

  3. Víctor B. Gárate

    Usted parte de una idea preconcebida, claro que si y todos los que escribimos o desarrollamos cualquier otra actividad, aunque muchas veces en el proceso esa idea sufra mutación y se potencie o disminuya. Lea usted bien, yo no digo nunca que parta de una idea preconcebida (sería solemnizar lo obvio), digo que «su información es irrelevante, empastada para desarrollar un título confuso, una idea preconcebida». No, no es usted el único y eso no es probable, es posible.
    Sin embargo es usted el único que parte de un título al que pone a su servicio, una información errónea e irrelevante y hasta incluso la misma idea preconcebida, que una vez puesta en sacrificio muere por si misma antes de empezar a «lucir». Ese es el fatalismo determinista, la afectada y vetusta mentalidad del mayo francés, arrastrada como una penitencia durante décadas. No es una mera cuestión académica señor Barrera, no es una mera cuestión académica. Le reitero mi agradecimiento por hacer un esfuerzo al exponer la Historia desde los problemas del presente, aunque no sea de mi agrado por los anacronismos que contiene y por la falsa premisa que propone. Por favor, no me hable de espacios o números de líneas, superemos los tópicos típicos que nos envuelven en la mediocridad.
    Que conocía usted a Santiago Posteguillo, no me cabe ninguna duda. Conozco los principios y las figuras de la retórica. Le voy a desvelar un secreto, yo compraba el Play Boy por los artículos de John Updique y García Márquez.

    Un saludo cordial.

  4. Acertadía critíca. Vaga y dispersa respuesta del autor..

  5. La verdad es que el artículo es malo a rabiar y es verdad confunde virus con bacterias y con mosquitos. Se debería ser más serios y que se leyese bien lo que se escribe.

    • Eso sin tener en cuenta que los romanos fueron quienes construyeron más acueductos, y alcantarillados, lo que hoy se llaman redes de saneamiento. No hay por donde cogerlo.

  6. Mal artículo. Muy buena crítica.y mala respuesta de Barrera a ella.