Un día menos

Juan Cardona Comellas-( juan@juancardona.es)
La noticia de que las compañías Pfizer y BioNTech han dado por buena una vacuna del
tipo ARN contra Covid-19 con una protección del 90% abre una puerta a la esperanza de finalización de esta terrible pandemia, aunque sea un tanto lejana. Hasta esta última semana la noticia sobre el futuro de contar con una vacuna efectiva se repetía
constantemente mezclándola con la catarata de datos de infectados, fallecidos, incidencias acumuladas, ocupaciones hospitalarias y de ucis y un sinfín de datos que con maneras de vendedor de feria facilitaban las emisoras de televisión y radio sembrando el desconcierto entre la ya sufrida población que no sabe cuales van a ser las medidas que tiene que cumplir de un día para otro.

Palabras con poco uso toman un nuevo impulso como: perimetral o confinamiento y otras se enmascaran convertidas en simples números. Damos mucha importancia a la noticia de cinco fallecidos en un desgraciado accidente y oímos sin escuchar ni sentir su verdadero significado que en un solo día han fallecido mil compatriotas por culpa del maldito virus.

La lucha política (con minúscula) entre el gobierno central y ciertas autonomías, unido a que cada una de las diecisiete circunscripciones en las que nos dividimos toma medidas diferentes, tanto en profundidad como en alcance, sin un criterio técnico uniforme, hace que impongan medidas distintas para la protección de sus administrados. Con tan solo unos kilómetros de distancia puede suponer medidas limitativas importantes con confinamiento «perimetral» y cierre de toda actividad no esencial para unos y la libre circulación con restricciones simples para restaurantes y bares para otros.

En medio de este triste panorama que induce al desconcierto como un continuo «día de la marmota» con tintes de medievo, se agudiza este sentir con las informaciones falsas, o al menos interesadas, con constantes cambios de criterio o en muchas ocasiones simples mentiras y lo que es peor sin fundamento alguno, lleva al personal a desconfiar de cualquier declaración gubernamental. En alguna ocasión han sido capaces de contradecirse simultáneamente entre dirigentes del propio gobierno o desdecirse uno mismo dentro del mismo día.

Con el escudo del «seismesino» estado de alarma el Gobierno cierra el parlamento
dejando vía libre para la aprobación de los «etapresupuestos» y la nueva ley exprés de
«catalaeducación» y a esperar que el doctor Sánchez de cuenta del estado de la nación
cuando considere oportuno. Me imagino que los señores diputados se acogerán a un
ERTE por cierre, aunque muchos se merecen entrar directamente en un ERE.

En esta nueva realidad creada por el sanchismo asistimos pasivamente al intento de
desmembrar el estado por parte de sus socios. A los privilegios consentidos y a lo «¿Qué hay de lo mío?» antes de las votaciones en el Parlamento, se une el pasotismo de los militantes clásicos de PSOE que salvo honrosas excepciones se han dejado embaucar por las promesas de su líder antes de las últimas elecciones; al día siguiente de la celebración: donde dije “digo”, digo “Diego” y se abrazó con el que le «desvelaba», iniciando una andadura (andar, sí que andan y dura, sí que la tienen) con el consentimiento por omisión de sus correligionarios.

Como arma a emplear, la lengua: se echa en falta un Antonio de Nebrija que le recuerde al presidente la importancia de la lengua en la articulación de un estado con todas sus particularidades. Aristóteles nos regaló su sabiduría y nos dijo: «Las
revoluciones no se hacen por menudencias, pero nacen por menudencias», y la lengua vehicular de un país no es menudencia alguna, es la que cimienta el futuro.

Ante esta desolación nos queda la esperanza de mirar hacia el futuro y atisbar en la lejanía la fecha de la apertura de un claro en este eterno día sin amanecer: la vacuna hará el milagro. Ahora solo falta que los políticos sean capaces de administrar, cuando sea el momento oportuno, la campaña de vacunación con la esperanza, por parte de los sufridos súbditos, que en el diseño dejen aparcado el interés político y la planifiquen con efectividad. Así sea.

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