A cuatro manos y un corazón

Julia Mª Dopico Vale

Dentro de la secuencia “Martes das Artes” que promueve la Real Academia Galega de Belas Artes de Nuestra Señora del Rosario, se programó esta semana pasada el concierto “Marcial del Adalid. Música para piano a catro mans”, en el que sonaron piezas del compositor gallego cuando se cumplen además 140 años de su fallecimiento en el Pazo de Lóngora- Oleiros-, en donde vivió el “padre de la melodía gallega” entregado a la creación musical tras su estancia en París y Londres, donde recibió clases del virtuoso del piano bohemio Ignaz Moscheles, vinculado a la escuela alemana y a su ídolo, Beethoven, que llegó a confiarle la preparación de la partitura para piano de su ópera Fidelio.

Es considerado Adalid uno de los más grandes compositores románticos gallegos y figura fundamental do Rexurdimento, aunque paradójicamente su música es poco conocida y menos divulgada en este inexplicable “lujo de ausencias” que todavía perdura en la historia musical de Galicia.

Escribe Adalid los compases de la primera ópera en gallego, Inés y Bianca, estrenada en versión concierto en 2007 por la Universidade de A Coruña; obras de música de cámara, una gran producción pianística, tanto en su primera etapa de clara influencia romántica como en la posterior, de corte más clásico, reuniéndose nocturnos, baladas, impromptus, elegías, romanzas sin palabras, sonatas…, las mélodies francesas, que cantan las voces poéticas de Víctor Hugo o Lamartine y las canciones con textos da “naiRosalía o de su propia esposa, Fanny Garrido, en los Cantares viejos y
nuevos de Galicia, interesándose además por el folklore que también reúne para el Cancionero de Inzenga…

No es por tanto baladí que dos intérpretes de la talla de Margarita Viso y Juan Durán eligiesen la música del maestro Adalid para la íntima schubertiada que pudimos disfrutar en la ocasión con sus piezas para piano a cuatro manos, sonando en la primera parte las 3 Marches y la Sonate Nº 1 y en la segunda la Marche Funèbre, dedicada a la memoria de O´Donell y la Sonate Nº 2, conservada de manera autógrofa en la Real Academia. Música que, como apunta Margarita Viso, presenta “una sólida base técnica en la que se utilizan todos los recursos expresivos del bel canto, como también hicieron Chopin o Liszt, ya que el bel canto es el alma de la música del S. XIX”.

Solemos relacionar a Juan Durán con la creación musical de la Galicia contemporánea, en donde encontramos su gran dimensión, disfrutando esta vez de su
faceta pianística, no menos encomiable. Sobre la solidez de los graves expresados con absoluta nitidez y mesura, las melodías se entrelazan en perfecta comunión, en un latido al unísono, como el de un mismo corazón, en perfecta sincronía de tempo y expresión sucediéndose las frases de estos compases sensibles y emocionados, plenos de sentimentalismo y pasión. Un excelente concierto de una música que merece ser amada.

 

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