Bulocracia

Enrique Barrera Beitia
Si me siento en el autobús, y sin venir a cuento saludo a la persona que tengo al lado, y le digo que me gusta el baloncesto, que nací en Zaragoza y vivo en Ferrol, que soy de izquierdas, que tengo una hija en Berlín y que no soy creyente, pensará que tengo algún problema mental. Nadie en su sano juicio haría tal cosa, pero cuando entramos en Facebook, Twitter o Instagran, no tenemos problemas en revelar todo esto y más, porque al no tener delante a nadie, creemos que nuestro anonimato está protegido.

Como quiera que en general se defiende con la razón, y se ataca con el sentimiento, es normal que un pueblo acostumbrado a hablar a gritos, y a rematar sus conversaciones con expresiones soeces, genere una enorme crispación en las redes sociales. Tomemos el ejemplo de las numerosas tertulias televisivas de nuestras cadenas televisivas, e intentemos recordar una en que se respeta el uso de la palabra. Hace años, el modelo a seguir hubiera sido la tertulia de una conocida emisora de radio, donde comentaban la
actualidad personas como Santiago Carrillo, Miguel Herrero de Miñón o Pere Portabella. Hoy día, el modelo triunfador es el de Chiringuito de Jugones, o los programas de cotilleos.

El 3 de enero de 2018 publiqué en esta misma sección, un artículo titulado “Facebook mete miedo”. Venía a decir que Facebook, Youtube o Twitter eran herramientas políticas muy baratas y eficaces, que permitían a ciertos líderes políticos usar propaganda segregada específicamente para cada segmento social, o comunicarse directamente con sus seguidores mediante frases cortas o zascas. Lo vivido en
EE.UU con el fallido asalto al Congreso, es un espejo en el que los españoles tenemos que fijarnos y tomar nota. Los bulos tienen el poder de jugar con ventaja; primero intoxican el ambiente social, y llegado el caso, pueden promover revueltas. Veamos dos conocidos ejemplos, donde es mucho más fácil lanzar la insidia que rebatirla.

“En España hay 450.000 políticos cobrando un sueldazo”

En realidad hay 100.000 de los que 46.000 cobran un sueldo, que no tiene por que ser elevado. Con los datos oficiales y los estimados por el sindicato CSIF, las personas dedicadas a la política serían 67.000 alcaldes y concejales, y otras 13.000 personas distribuidas entre ministros, consejeros autonómicos, congresistas, senadores, diputados autonómicos, eurodiputados, consejeros comarcales, administrativos en las oficinas de atención al ciudadano, y personal de las delegaciones de gobierno. Además, el sindicato CSIF considera que hay cerca de 20.000 asesores, y según la Federación Española de Municipios y Provincias, de los 8.131 alcaldes, 1.198 no perciben sueldo, y 560 ganan 12.000 € al año. También perciben sueldo algo menos de 6.000 concejales.

“En España hay 40.000 coches oficiales y 420 en EE.UU”.

Gonzalo Suárez (periodista de El Mundo) investigó esta afirmación, y sumando la administración central, autonomías, ayuntamientos y diputaciones, obtuvo una cifra de 3.600 vehículos. En cuanto a los coches estadounidenses, los 420 corresponden al gobierno federal (el equivalente al gobierno central en España), una cifra a la que habría que sumar los que están a disposición de los cincuenta estados que integran la
nación.

A través de las redes sociales se venden certezas que refuerzan nuestras convicciones previas, y deshumanizan a los que no forman parte de nuestro clan, porque los españoles somos muy dados a formar clanes en la política y en el deporte. En el fondo, este problema es el mismo que atormentaba a Sócrates cuando alertaba contra las manipulaciones de los sofistas en la opinión pública de Atenas, en función de los intereses políticos.

Sin una prensa libre y plural no hay un pueblo informado y por lo tanto formado, y
en consecuencia la Democracia funciona como un coche con el freno de mano echado.

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