Viajeras Rebeldes

Julia Mª Dopico Vale

El nexo entre música y danza se remonta al origen de los tiempos, a las primeras expresiones artísticas de una humanidad que siente la necesidad de comunicarse corporalmente mediante movimientos que reflejan sentimientos y estados de ánimo y que evolucionan hacia formas cada vez más exigentes y sublimadas, como en el ballet comique de la reine, considerado el punto de partida o el ballet de cour del Rey Sol hasta llegar a las grandes representaciones del ballet operístico que nos sitúan en el siglo romántico ante el mítico Bolshói de Moscú y ante clásicos como La bella durmiente o El Cascanueces, fruto del feliz maridaje entre el coreógrafo Marius Petipa y el compositor Chaikovski o El Pájaro de Fuego o La Consagración de la Primavera de Stravinsky y los coreógrafos Fokine y Nijinsky.

Mas esta vez la música para ballet sonó en Ferrol, arrancando con ella la temporada 21-22 de nuestra orquesta universal, la Real Filharmonía de Galicia y también la de la Sociedad Filarmónica Ferrolana bajo el sugerente título de “Viajeras Rebeldes” en clara alusión al protagonismo femenino del contenido argumental de las obras presentadas, que fueron en estreno absoluto Hildegart, de Juan Durán, recuperando la historia del prodigio intelectual y referente del feminismo europeo estrechamente vinculada con el pianista y compositor José Arriola y cuyo fatídico desenlace vital causó conmoción en la sociedad de su tiempo. Compases intensos en dramatismo y oscuridad en los que el compositor desentraña con magnífico acierto la
personalidad, circunstancias y contexto que rodea a la protagonista y después fragmentos de La Cenicienta de Serguéi Prokófiev y arreglo de Daryl Griffith, con una música que refleja a la Cenicienta maltratada, a la pura y soñadora y a la feliz y radiante enamorada. Dos ballets para dos historias de mujeres que van más allá de la obediencia, la pasividad o la sumisión en un concierto hermoso, de sólida factura y excepcionalmente contrastante.