Ángel Mato y “los deportes de riesgo»

José Carlos Enríquez Díaz

Hoy en día, la verdad interna de los partidos es impresentable y amarga, pero irrefutable: cuando un militante decide votar en conciencia, decir la verdad en los debates internos, apoyar al que tenga razón, respetar la soberanía de los ciudadanos y defender la verdadera democracia y los valores, su carrera política queda liquidada en un instante.

La senda que conduce a la corrupción y al abuso de poder se inicia muchas veces cuando un ciudadano decide militar en un partido político, en algunos casos con buena fe, con deseos de ayudar, pero ignorando que penetra en un espacio peligroso, regido por leyes y reglas profundamente antidemocráticas y escasamente éticas, incompatibles con la dignidad humana y el verdadero progreso.

Los fundadores de la democracia lo tenían claro y rechazaban los partidos políticos porque los consideraban poco menos que organizaciones mafiosas e incapaces de anteponer el bien común a sus propios intereses. Así pensaban Robespierre, Dantón y casi todos los teóricos y revolucionarios franceses de finales del XVIII.

El PSOE ferrolano mete de número dos en su lista  a una señora  a la que no conoce nadie.  Por tanto, estos «paracaidistas» o «candidatos cuneros», aterrizarán como lo hicieron las divisiones 82 y 101 Aerotransportadas en el Desembarco de Normandía y se sentirán como aquellos soldados que cayeron sobre tierra extraña, desconociendo lo fundamental de cada uno de los lugares a los que aspiran a gobernar.

Este fenómeno del paracaidista, por desgracia, cada vez va siendo más habitual. Los partidos que tienen implantación encuentran muchas dificultades para poder confeccionar las listas y, de no hacerlo, entonces tiran de los forasteros. Así, los que han trabajado durante toda la legislatura, los que se han dado de lleno en un mundo siniestro donde los valores están trastocados, los que se han esforzado  y han trabajado pueden comprobar que  no se hace carrera sirviendo a la verdad y a la propia conciencia, sino sometiéndose a los criterios y deseos del líder…  ven como los recién llegados y  que ni siquiera están afiliados al partido, ocupan los primeros puestos, desplazándolos.

Valores democráticos como la igualdad, la verdad, la limpieza y la Justicia saltan por los aires porque los militantes, después de tanto tiempo pegando carteles y sometidos a las privaciones de la lucha partidista, se consideran con derecho a ser los privilegiados y a ser compensados. Más que demócratas auténticos, los que llegan al poder suelen ser peligrosos verticalistas totalitarios, ansiosos de poder, ávidos de privilegios y perfectamente entrenados para imponer su voluntad a los demás, casi todos ellos ya corrompidos por haber suprimido previamente la verdad, la libertad, la transparencia y el debate de sus respectivas vidas de militantes.

Debería saber el señor alcalde que el paracaidismo es una modalidad de riesgo y que, si se practica, hay que saber que puede pasar cualquier cosa… La mayor pesadilla de un paracaidista es que su paracaídas no se abra y, si esto ocurre, que el paracaídas de emergencia también falle, ante esa tesitura la persona queda a la merced de la gravedad y de la suerte. Pero, sobre todo, es fundamental lo que ocurra al tomar tierra. Si todo va bien, el paracaídas se abre y el paracaidista llega, felizmente, sano y salvo, a tierra, pero también se abre un abanico de riesgos que conviene valorar convenientemente. ¿Cómo será acogido? En primer lugar, hay que tener en cuenta el terreno sobre el que se lanza ya que hay sitios más favorables que otros a la recepción de paracaidistas y localizaciones con accidentes del terreno no favorables a esa acogida por muy buena que haya sido esa toma de tierra inicial.

Un desconocimiento del terreno por parte del paracaidista, natural cuanto más ajeno sea a ese terreno, puede llegar a hacer inútil la operación emprendida.

En términos ecológicos se podría decir que, además de la flora de la que ha tenido que ocuparse en la toma de tierra, ahora tiene que preocuparse de la fauna. Y no tanto de los adversarios, cuya forma de acogida es perfectamente esperable, si no de las fuerzas propias de donde, ya se sabe, procede siempre el fuego amigo.

Así, pues, Señor alcalde, debería usted  recordar que el paracaidismo es una modalidad de riesgo y que, si se practica, hay que saber que puede pasar cualquier cosa. Y, no todas, buenas. Por lo tanto, estos deportes no pueden ser practicados por cualquier persona, ya que se necesitan unos requisitos técnicos y físicos y años de entrenamiento en una disciplina. Además de fuerza, resistencia y destreza. Se debe tener en cuenta la peligrosidad de estas actividades incluso cumpliendo con estas aptitudes.

 

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Un comentario

  1. Ya nos advertía Aristóteles, hace unos cuantos años… que la democracia deriva rápidamente en una tiranía. Y que sólo se puede confiar en la República (tenga o no un rey al frente!)