¿Crisis de gobierno?. Rajoy contra viento y marea

Federico Quevedo (el confidencial)- DOS PALABRAS

El próximo viernes se cumple un año real del Gobierno de Mariano Rajoy, que si bien ganó las elecciones un 20 de noviembre de 2011, no fue hasta un mes después cuando tomó posesión de su cargo. Ese día el presidente del Gobierno no va a hacer nada especial que sirva para conmemorar su primer aniversario en La Moncloa, sino que será una semana después, el viernes 28 de diciembre –día de los Santos Inocentes-, cuando comparezca ante los medios de comunicación sin límite de tiempo y de preguntas para hacer balance. Y han empezado a circular los rumores que hablan de una crisis de Gobierno para esa fecha. Si fuera cierto, este sería uno de los gobiernos más breves de nuestra historia democrática, al menos que yo recuerde.

Pero no lo va a ser. Sospecho que la insistencia de algunos en hacer creer que habrá cambios en el Ejecutivo de inmediato forma parte más del deseo que de la realidad. Tampoco es previsible que, como opinan otros, esa crisis de Gobierno se produzca en la primavera próxima, aunque de aquí a entonces puede haber imprevistos que la fuercen. De no ser así, mi apuesta, si me lo permiten, es la de que Mariano Rajoy va a aguantar al menos hasta la mitad de la Legislatura, es decir, hasta finales de 2013, y que los cambios están condicionados a que la economía empiece a ofrecer síntomas reales de recuperación, lo cual, según las previsiones más optimistas, no ocurrirá precisamente hasta el último trimestre del año que viene.

Es entonces cuando Mariano Rajoy podría llevar a cabo una remodelación de su Gobierno destinada a gestionar la salida de la crisis con nombres nuevos que no estén vinculados a la etapa del ajuste y los recortes. Pero, hasta entonces, este Gobierno va a seguir inalterable a pesar de las protestas en la calle y de la dureza de las sesiones parlamentarias. Si con algo no cuenta la izquierda es con un presidente del Gobierno capaz de aguantar lo que le echen encima, y aunque yo sea el primero que exige al Gobierno y a su presidente algo más que la política de aguante y sentido común para superar esta situación, lo cierto es que hasta ahora parece darle resultado al político gallego su particular estilo, al menos en lo que se refiere a la política europea. Ha conseguido llegar a final de año sin haber recurrido al temido rescate y habiendo colocado en los mercados todas nuestras emisiones de deuda.

Ministros quemados

Pero eso no significa que en su Gabinete no haya problemas, y que en el propio Partido Popular se señale a algunos ministros como los más quemados e, incluso, se insinúe que deberían dejar la mesa de Consejo de Ministros. Por goleada, gana el titular de Justicia, Alberto Ruiz-Gallardón. En el PP casi nadie entiende cómo ha conseguido poner en su contra a todo el estamento judicial, “incluidos todos aquellos que tradicionalmente son votantes nuestros”, señalan fuentes del partido, que además insisten en que se está haciendo llegar el descontento interno al propio Mariano Rajoy. En ese capítulo de ministros que se han colgado la medalla de las protestas se encuentran el de Educación, José Ignacio Wert, la de Sanidad, Ana Mato, y la de Trabajo, Fátima Báñez.

Uno de los tres me dijo ha unos meses que “nos toca asumir que vamos a ser los ministros que más se quemen en esta legislatura, porque somos los que más callos vamos a pisar”, y en efecto, así está siendo. De hecho, si lo miramos con otro enfoque, este Gobierno está siendo implacable con los privilegios de determinadas castas funcionariales y sindicales que durante mucho tiempo han gozado de un estatus que ya quisieran para sí millones de parados de este país. La pena es que esa acción se quede corta y no sea el Gobierno igual de implacable con las castas política y financiera, porque entonces seguramente recibiría más aplausos que críticas de la opinión pública.

Recortes y más recortes

De hecho, este es el principal reproche que cabe hacer a este Gobierno: que siga descargando el peso de la crisis sobre las espaldas de los sufridos ciudadanos, cuya capacidad de aguante parece infinita pero no lo es, y no haga ningún esfuerzo por meter en cintura el gasto improductivo de las Administraciones Públicas. El viernes, sin ir más lejos, el Consejo de Ministros aprobaba nuevos copagos sanitarios que sin duda van a afectar en los bolsillos de los más débiles, de las clases más desfavorecidas. Pero no se hace nada para eliminar las diputaciones, los miles de empresas públicas inservibles, las embajadas autonómicas en el exterior, las televisiones… Todo eso que sigue engordando nuestro presupuesto público y que podría ser fácilmente eliminable para evitar tener que recortar donde más duele a la ciudadanía.

Pero, lejos de hacer caso al cada vez más atronador grito de la sociedad, que quiere ver como también el ajuste no lo pagan solo los ciudadanos, Mariano Rajoy no parece dispuesto a escuchar y, por el contrario, mantiene el gesto impasible y está dispuesto a practicar la estrategia de aguante que le ha venido funcionando hasta el momento. “Rajoy va a aguantar este Gobierno contra viento y marea hasta el límite de sus fuerzas”, señalan fuentes de Moncloa, “porque lejos de creer que lo están haciendo mal, aprecia los esfuerzos de sus ministros y el sacrificio que asumen en términos de desgaste político y, sobre todo, personal de muchos de ellos”. Con todo, incluso fuentes de Presidencia son conscientes de que “va a ser difícil que el Gobierno llegue tal cual al final de la legislatura, y es más que probable que incluso algún ministro pida de motu propio su relevo”, precisamente por ese desgaste personal.

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