Justicia Universal española

manuel molaresManuel Molares do Val (molares@yahoo.es-cronicasbarbaras.es)

Cuando el disparo desde un blindado estadounidense mató a José Couso en Bagdad durante la invasión que acabó en 2003 con el régimen de Sadam Hussein, el periodismo español reaccionó mayoritariamente culpando a George Bush de asesinato, sin querer recordar que en las guerras mueren muchos periodistas.

Couso trabajaba para Telecinco. Estaba en el piso 15 del hotel Palestina, en el que los tanquistas a otro lado del río Tigris creían que había observadores que señalaban su posición para que les atacaran los misiles de Hussein. El reflejo del objetivo del cámara gallego se hizo sospechoso.

Todo periodista se expone a situaciones así en las guerras, a las que debe acudir con un seguro de vida pagado por la empresa, pero Couso carecía de él; tampoco estaba en nómina de la cadena, de la que cobraba «por pieza» emitida, ni siquiera grabada, igual que en otras guerras anteriores.

La utilización política del caso –antiamericanismo y rechazo al apoyo de Aznar a la invasión–, el corporativismo periodístico, y el público dolor de su familia, convirtieron esta muerte, común en situaciones así, en asesinato, en acto premeditado con alevosía o ensañamiento.

En la Audiencia Nacional, y dentro de la escuela de estrellas mediáticas creada por Baltasar Garzón, jueces justicieros e ignorantes de lo que es el periodismo de guerra pelearon para quedarse con el caso: procesar a militares estadounidenses daba gloria periodística.

Alguno propuso encarcelar a Bush, mientras otros pugnaban por hacerlo con los dirigentes de China por supuesto genocidio en el Tibet, territorio donde esos jueces iba a imponer la justicia española tras hacer turismo con llamadas «comisiones rogatorias» de investigación.Nada de tribunales internacionales bajo la ONU: todo juez estrella quería exigirle a la Interpol la detención del presidente estadounidense o del chino. Mitad ambición de estrellato garzoniano en periódicos, radios y televisiones madrileños, y mitad estupidez.

Ahora, la mayoría del PP ha cancelado en el Parlamento esa vía a ninguna parte de caprichos justicieros que, como copia del modelo Garzón, amenazaban con boicotear los intereses político-comerciales españoles con numerosos países.

 

 

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